Como en los últimos quince años, al despuntar los primeros días de diciembre en Puerto Montt, se asoma la amorosa y esperanzadora silueta del árbol navideño gigante en el primer piso del Mall Paseo del Mar, invitando a los puertomontinos a ser parte de una Nochebuena de alegría con los niños modestos que se cobijan en diversos hogares de menores de la zona.
La cruzada solidaria esta vez se denomina "Un niño sonriendo en Navidad" y, como es tradicional, se encuentra dirigida por el profesional de las comunicaciones Fernando Núñez, quien pone todo su empeño y sensibilidad al servicio de la causa, con una constancia, fidelidad y fervor que provocan admiración y contagian para colaborar. Por lo que no es de extrañar el buen resultado que siempre tienen estas humanitarias campañas, sobre todo con la clave y generosa colaboración de la empresa Pasmar.
Esta vez, son 800 las cartitas o tarjetas, con los nombres de los pequeños con sueños navideños, que están colgando del árbol pascual y que esperan que otros tantos porteños, damas y varones, se inscriban allí y señalen el regalo que harán llegar para un niño vulnerable antes del 23 del mes de diciembre en curso.
Para animar a incorporarse a esta demostración de que el espíritu navideño nunca muere, junto al árbol con las cartas deambula un bien ataviado viejito pascuero, muy parecido al original, que invita a la gente a comprometerse con un regalo de buena voluntad, que haga sonreír a la niñez desvalida en la próxima Navidad.
Cabe considerar que se trata de menores, que por lo general padecen desarraigo familiar, están solos y carecen de esa afectividad, salvó el de la protección de los hogares donde se encuentran amparados. Razón por la que es oportuna esta iniciativa de un regalo navideño para ellos. No interesa su precio ni calidad. Sólo basta con que sea el reflejo de un gesto que nazca del corazón. Un testimonio de amor, que le haga sentir a ese niño o niña que le importa a alguien y que ese alguien anhela compartir sus momentos de dicha en la noche más hermosa que la humanidad tiene, gracias al humilde Niño de Belén, el más grande regalo conocido por el ser humano.