En el Día del Profesor, qué mejor regalo para el esforzado, sabio y noble docente, que uno de los hermosos versos de la insigne poetisa chilena Gabriela Mistral de su poema "La Oración de la Maestra": "Señor, dame el ser más madre que las madres/para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes/Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto/Y dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía para cuando mis labios ya no canten más".
Saludamos hoy, con especial afecto y emocionado reconocimiento, al querido maestro, en cuya excepcional vocación predominan el amor por lo que se hace, el cariño por los educandos, el espíritu de sacrificio que exige la carrera, la perseverancia en el compromiso de enseñar, la lucha permanente por alcanzar una mayor dignidad cuando la implementación es inadecuada.
En el campo o la ciudad, en el aislamiento o en medio del ajetreo humano, el profesor siempre es el mismo: un ser generoso y solidario, que muchas veces debe disimular sus propias carencias y sufrimientos con un alma grande que lo hará sonreír ante sus pupilos.
Ejercer el magisterio demanda más de lo normal que en cualquier otra profesión. Añade a su jornada cotidiana, la preparación de sus clases en casa y la revisión de los trabajos del alumnado, entre otras tareas voluntarias, incluso sociales, para ayudar a los escolares más vulnerables. Algo que igual ocurre en sus días libres.
Por eso es que no se deja de proclamar -y ahora con mayor intensidad- que la misión docente requiere imperiosamente desarrollar su ejercicio en condiciones sociales, económicas y pedagógicas cada vez más humanas, justas y dignas.
Esta nueva conmemoración llega al profesorado cuando se hacen ajustes para emprender una renovada etapa en el porvenir de la educación chilena, en la esperanza de que realmente se transforme en un motor clave en la formación integral -sobre todo valórica- de las nuevas generaciones, que en el futuro tendrán sobre sus hombros, calidad humana y capacidades intelectuales, los destinos de la patria.
Maestro, como el divino de Galilea, siempre te necesitaremos para aprender a ser mejores.