Correo
Recuerdos de mi Profesor
Mañana 16 de octubre , día del profesor, maestro o docente, como suele también decírsele.
La vorágine veloz de las comunicaciones, al contrario de lo que su nombre indica, sabemos que nos incomunica. Nuestros alumnos llegan a la sala con otras improntas y necesidades, por lo que muchas veces la labor magisterial puede fácilmente pasar desapercibida; los currículos creados a cada instante quedan semi obsoletos. Porque la búsqueda, el desarrollo vertiginoso de los conocimientos, se entregan más en la educación informal, que la formal, aunque los primeros definitivamente no influyan demasiado en las perspectivas y objetivos finales, de convertirnos en profesionales al servicio de lo que la sociedad requiere.
Pero hoy me referiré al alumno antiguo, sin resentimientos, sino sentimientos. Al llegar tímido al pórtico de la vetusta escuela y encontrar a un hombre o una mujer, serios, contagiosos en el rigor, la disciplina y la sabiduría. Un pequeño dios o diosa, que aprendimos a querer, admirar y hasta hoy recordar con celoso cariño y afecto. Son aquellos hombres y mujeres, por quienes más de una vez hemos derramado una justa y precisa lágrima cuando se nos han adelantado en el curso de la existencia terrenal.
Es mi profesora y mi profesor, a quienes les agradecemos el abecedario y las matemáticas, que poblaron nuestras mentes de niño y cuyos verbos y números nos han guiado, como estrellas o candelas, por los caminos y senderos ásperos o pedregosos de la vida, que gracias a sus enseñanzas se hicieron suaves y tiernos, fáciles de afrontar su rudeza.
Quiero hoy entregarte mi pequeño homenaje, decir voz en cuello, con la misma seguridad y la emoción con que crecí admirándote, recordándote y ayer como hoy dándote las gracias, querido profesor, profesora, porque te esmeraste por hacerme un hombre de bien a la sociedad y porque, al parecer, a no ser que tú digas lo contrario, lograste tu cometido.
Lo siento así cada vez que cruzándote conmigo, me lo has dicho, o te he escuchado susurrándole al oído de otro de tus colegas: decirlo y mirarme con cierto orgullo, porque sabes en tu fuero interior que soy uno de tus millones de productos que has construido en el mundo.
Gracias, querido profesor, querida profesora, te dejo sobre tu pupitre magisterial de la sala de clases una manzana coloradita del árbol sagrado de mi huerto y una varilla bien firme para que me corrijas cuando no me ajuste a lo que debo hacer para lograr tu sueño de convertirme en un ciudadano, sencillo, humilde, honrado y trabajador.
¡Feliz Día Maestro (a)!
Tu alumno.
EDUARDO NIEVAS MUÑOZ.
Hospital de Puerto Montt
Apoyo incondicional al lector señor Jorge Flores Vargas, referente a la atención recibida por su hija en el Hospital Regional de esta ciudad. Reconozco también que la atención del personal profesional, técnico y administrativo es de primer nivel.
Nada lo diferencia de las Clínicas como la de Temuco por ejemplo, donde recibí atención de cirugía oftalmológica.
En nuestro Hospital Regional me estoy realizando una serie de exámenes a la vista con equipos modernos, personal que combinan su profesionalismo con la amabilidad, rapidez y eficiencia, que necesitan los pacientes.
¿Qué a veces hay que esperar? En todas partes es lo mismo. En Temuco aquella vez esperé hasta 2,5 horas, con la única diferencia que ahí hay sillones mullidos y mesitas con revistas antiguas para "matar el tiempo".
RODOLFO SALDIVIA KLENNER.
Siguen los atentados
Mientras en La Araucanía continúan quemando camiones y bodegas agrícolas, su nuevo intendente se preocupa por descolgar de las murallas de su oficina las fotografías de antecesores militares, las que no molestaron al anterior intendente, siendo éste más "zurdo" que el actual.
No se necesita ser adivino para suponer que el terrorismo arraigado en La Araucanía y la delincuencia desatada en el país pronostican nuevas acciones de protestas ciudadanas, lo cual no se corrige descolgando cuadros que invocan períodos en que estas irregularidades estaban neutralizadas.
DAVID BENAVENTE C.
¿En quién confiar?
Los chilenos estamos en una verdadera encrucijada.
Si no podemos creerle a los políticos. Si no podemos confiar ni tener fe en los representas de Dios. ¿Qué podemos hacer?
Al parecer, la única persona creíble que nos queda es Salfate.
JORGE VALENZUELA A.