Por lo general, según las deficiencias y carencias urbanas, que suelen predominar en Puerto Montt desde hace mucho tiempo y que, por lo mismo, se acentúan, el hábito es el reclamo ácido y constante frente a esas falencias. Y, rara vez, suele alzarse la voz para destacar y aplaudir aquel acierto que contribuye a la superación de algunas de esas inveteradas limitaciones de la ciudad.
Ahora, por ejemplo, es de plena justicia referirnos -congratulando efusivamente la feliz iniciativa- al importante avance que significará, en el marco de la limpieza que tanto requiere esta capital regional, la puesta en marcha del programa de aseo mediante la instalación de grandes tolvas -los fines de semana- en diversos y estratégicos sectores poblacionales de Puerto Montt, con la finalidad de que los vecinos depositen en ellas sus desechos de mayor volumen, como es el caso de muebles y colchones en desuso, tinas de baños y lavamanos inservibles, escombros en general. Despojos que, hasta hoy, significaban la mayor influencia en el chocante desaseo poblacional que tanto desprestigio ha inferido a la ciudad.
Por lo tanto, el llamado municipal a los puertomontinos es a darle una eficiente y oportuna utilización a las tolvas, arrojando en esos espaciosos receptáculos todos aquellos restos abultados que están demás en sus hogares. Y, de esa manera, se evite, en adelante, la conformación de los feos e insalubres basurales junto a los contenedores, que tanto han dañado la imagen de cuidado y orden, que deben caracterizar a los barrios de una ciudad como la nuestra que es capital regional. Se reitera: las basuras menores al contenedor y las mayores a la tolva.
Debemos insistir en felicitar a quienes idearon el empleo de las tolvas los fines de semana, para recoger los desechos de superiores dimensiones, que era el más preocupante escollo para una eficiente marcha del sistema de aseo domiciliario.
Se anhela, por tanto, que predomine el amor y cuidado del barrio y ciudad en que se vive, usando adecuadamente estos nuevos recursos. Y así avanzar en una calidad de vida apropiada y digna.