"La herida que dejó Karadima es muy profunda, esa es la causa de todo esto"
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Fernando Chomali no lo ha pasado bien estos últimos dos meses y medio. Desde que el Papa Francisco nombrara a Juan Barros Madrid obispo de la Diócesis de Osorno, la mañana del pasado de 10 enero, la mente del actual arzobispo de Concepción y hasta el pasado fin de semana administrador apostólico de la Diócesis osornina ha tenido que convivir con más preocupaciones que relajos.
Una vez conocida la decisión del Vaticano, Chomali recogió todos los antecedentes que cuestionaban el nombramiento de Barros por sus vínculos con Fernando Karadima, abordó un avión a Roma y se los entregó personalmente al Papa Francisco, en una extensa reunión en la Santa Sede. De ahí, y hasta el pasado sábado, día de la accidentada asunción de Barros en la Catedral San Mateo, debió atender el malestar de los grupos laicos de la ciudad e, incluso, de un porcentaje no menor de la comunidad católica osornina.
- ¿Sigue de acuerdo con la decisión del Papa de nombrar en Osorno a un obispo vinculado al sacerdote Fernando Karadima?
- No me corresponde juzgar lo que el Sumo Pontífice decide en una materia absolutamente privativa de él. Lo que sí hice, porque me sentía con el derecho y el deber, fue hacerle ver con mucha claridad las consecuencias que tuvo su nombramiento en un grupo importante de personas tanto dentro como fuera de la Iglesia, recordarle el daño inmenso que Karadima le causó a las víctimas y a toda la sociedad así como el impacto que tuvo en quienes lo seguían.
- ¿Cree posible superar el fuerte rechazo que genera la llegada de Juan Barros a Osorno?
- Monseñor Barros ha hecho declaraciones en el sentido de pedir que lo ayuden en su tarea pastoral. Él cree que se irán dando pasos de reencuentros con los sacerdotes, consagrados y comunidad. Las dificultades se superan cuando hay buena disposición de las partes. Cuando se dan instancias de verdadero diálogo y de un humilde reconocimiento de que hay una parte de verdad en el otro, con la ayuda de Dios la comunidad junto a su pastor podrá ir construyendo comunión.
- ¿Y qué le parece que las máximas autoridades de la Iglesia se restaran de participar en la ceremonia?
- No puedo dar respuesta por los demás obispos. Cada uno habrá tenido sus razones.
- ¿Se imaginó que quienes manifestaban su oposición a la llegada de Barros ingresarían a la catedral de la forma en que lo hicieron?
- Jamás nos imaginamos eso. Fue absolutamente sorpresivo. Nos impactó profundamente a nosotros y también a quienes organizaron las velatones.
- Para usted, como administrador apostólico de Osorno hasta la toma de posesión de monseñor Barros, ¿qué significa este hecho en su vida pastoral?
- Es un episodio triste, por cierto. Pero yo soy obispo y no experto en inteligencia policial. Claramente quienes profanaron el templo y la eucaristía y agredieron no son católicos. Es un síntoma más del nivel de violencia que hay en el país y que demuestra que estamos lejos de una auténtica democracia, y respeto mutuo. Un católico puede disentir de una nominación papal, pero respeta la liturgia y la dignidad de las personas. En todo caso prefiero lo que vivimos a haber autorizado a las fuerzas especiales de Carabineros a ingresar para sacar a los manifestantes o haber hecho la toma de posesión entre cuatro paredes. En la catedral también había gente que lo apoyaba.
- ¿Hace usted un mea culpa frente a la falta de comunicación y presencia con la comunidad católica local, para haber canalizado de otra forma esa molestia que se incubaba y no llegar a hechos como los vividos el sábado?
- Siempre se pudo haber hecho más. Me reuní con los sacerdotes y diáconos antes y después de ir a Roma a conversar de esta situación con el prefecto de la Congregación para los obispos y el Santo Padre. Fui claro en hacer ver el ambiente que se vivía en torno al nombramiento. La herida que dejó Karadima es muy profunda. Esa es la causa de todo esto.
- ¿Qué les diría a quienes rechazan el arribo de Barros?
- Les pediría que le den una oportunidad, que se conozcan mutuamente y que lo ayuden.