Cuántas veces nos hemos hecho la pregunta del porqué de su grandeza y tranquilidad. Queda la impresión como que fuese infinito al mirarlo a la distancia.
Veamos por qué el mar es tan grande. Tan inmenso. Tan poderoso. Y por qué tiene la humildad de colocarse algunos centímetros debajo de todos los ríos.
Qué diferencia con nosotros los seres humanos, que somos agrandados, poderosos y cuanto hay , que hasta nos empujamos para estar arriba o delante de….
La grandeza y humildad del mar es que sabiendo recibir se volvió grande. Y si estuviera unos centímetros encima de todos los ríos, no sería mar, sino una simple isla.
¡Cuántos de nosotros por no saber vivir bien la vida…quedamos aislados o nos aíslan lentamente!
Por eso, debemos tener muy claro que una pérdida sensible es parte de la vida. Una derrota también es parte de la vida, hasta la propia muerte es un proceso de la vida. Entonces, ¿qué importancia tiene el que precisemos aprender a perder, también a caer, a errar y a prepararnos siempre para un día morir?
No hay vencedores, sin saber lo que es una derrota.
Más complejo es vivir sin saber vivir, sin saber experimentar lo bueno que debemos ser. De compartir y convivir con el sentido común.
Hoy, precisamente, estamos en una gran disyuntiva, como sociedad chilena, de vivir divididos, porque nos ha costado, cuesta y costará cada día más llegar a acuerdos, puesto que cada uno quiere dibujar una sociedad a su manera, sin pensar o anteponer que todos tenemos un eje llamado sentido común.
Admiremos el mar , y que sean bienaventurados aquellos que consiguieron recibir con la misma naturalidad el ganar y el perder, el acierto y el error, el triunfo y la derrota, la vida y la muerte.
No descuidemos nunca ese deseo de hacer las cosas bien para vivir bien y en buscar la felicidad, aunque nunca llegue, porque la felicidad a veces es inalcanzable, pero ¡qué lindo es que todos los días salgamos a su encuentro!
Mariano González Riquelme.