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Que el fuego no siga ahogando a Puerto Montt

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Esta temporada como nunca antes las llamas prácticamente tocaron la puerta de nuestros hogares. Los incendios forestales se han registrado en el corazón de Puerto Montt, amenazando sectores altamente poblados como Jardín Austral, La Vara, Alerce y Panitao, o la belleza natural de la isla Tenglo.

Pero el que el fuego no haya consumido alguna de nuestras casas no es una casualidad. Se debe al esfuerzo de nuestros Bomberos, que han trabajado en el control de la emergencia con el apoyo de máquinas y voluntarios de Frutillar, Llanquihue, Puerto Varas, Fresia y Calbuco, a los brigadistas de Conaf y a los efectivos del Ejército que trabajan en la extinción del fuego.

Son ellos los hombres que en medio del sofocante humo y calor abrazador del fuego, incluso arriesgan sus vidas para dar seguridad a los distintos sectores de la capital regional con extensas jornadas de tarea para evitar que las llamas cobren daños humanos y materiales.

Pero este amplio despliegue no sería necesario si las manos cobardes no iniciaran los incendios.

Los focos múltiples, en horarios similares y en las cercanías de sectores habitados son una clara muestra de la intencionalidad de estos siniestros que ponen en riesgo nuestros hogares, afectan la calidad de vida de todos los puertomontinos al contaminar el aire, y transforman nuestras carreteras en verdaderas trampas al disminuir la visibilidad, trampa que ya cobró la vida de uno de nuestros ciudadanos.

A la irresponsabilidad de algunos se suma la amplia presencia de espinillos, conocidos también como chacay en las cercanías, e incluso en sitios eriazos en el interior de la cuidad.

Por ello el llamado es a sus propietarios a la prevención y a la limpieza de estos espacios, con el fin de disminuir la presencia de este arbusto altamente combustible, que por semanas mantendrá a Puerto Montt bajo el humo.

Por Jaime Bram Barril,

ex intendente de la Región de Los Lagos

Una amenaza constante

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Puerto Montt continúa amenazado por los efectos de los incendios forestales, y seguramente éste será un tema que no nos abandonará hasta que la lluvia se haga sentir con la fuerza y consistencia propia del invierno o del inicio del otoño. Por ahora, los focos están controlados, y más allá de las consecuencias respiratorias que se pudiesen generar en la población, da la impresión, que el problema no pasará a mayores. Pero nadie repara en el daño ambiental ni menos en la reiterada ocurrencia de estos fenómenos cada verano.

La diferencia está en que en esta temporada el fuego se escapó de las manos y los focos se multiplicaron. Pero este Diario, ya en temporadas pasadas, y durante este mismo verano, ha advertido una y otra vez sobre el peligro del denominado espinillo o chacai, y la urgente necesidad de eliminarlo de raíz. Si bien es una maleza que permanentemente se reproduce, y que en muchos casos está en terrenos particulares, es imprescindible que se aborde como un "tema región", y con los permisos respectivos, ordenanzas municipales de por medio o la persuasión sobre los particulares, hay que combatirlo; para buscar una solución de fondo. Porque de lo contrario vamos a volver a sufrir con la sequía y con las temperaturas altas de cada verano, sumado a la irresponsabilidad de la gente; lo que redundará en que nuestro entorno natural, del cual nos enorgullecemos, volverá a arder.

Como ciudadanos de esta región y en virtud de la corresponsabilidad que nos asiste sobre el medio ambiente que le dejaremos a las nuevas generaciones, tenemos la obligación de actuar ahora y no esperar que llegue el próximo verano, para volver a sufrir con los incendios forestales y recién tomar cartas en el asunto.

Los efectos del cambio climático nos obligan a tomar medidas ahora, antes que el mañana nos pase la cuenta. El espinillo o chacai es una amenaza constante, que entre todos tenemos la obligación de eliminar para preservar nuestro entorno. Lo que nos asiste hoy, es una obligación con la región que dejaremos a nuestros hijos y nietos, y en aquella construcción de futuro, nadie puede pensar en las consecuencias de corto plazo, y muy por el contrario, hay que actuar en base al mañana.