El primer año del restaurado órgano
Cuando todavía perdura la satisfacción y aroma de la dicha que significó para todos los habitantes de Puerto Montt, como de quienes lo visitan, la celebración del 162 aniversario de esta ciudad capital de la Región de Los Lagos, viene a añadirse a estas festivas sensaciones la conmemoración del primer aniversario de la restauración y puesta en vigencia del añoso órgano musical de la iglesia de los Padres Jesuitas, de calle Guillermo Gallardo 269, tras una dilatada y perseverante campaña para hacerlo revivir, que culminó exitosamente gracias a la participación de generosos ex alumnos sanjavierinos.
El 18 de febrero de 2014, ya inolvidable fecha en la historia cultural religiosa puertomontina, el legendario instrumento -completamente reparado- hacía su reestreno en sociedad con un concierto de película. Sus protagonistas estelares eran los mismos jóvenes que lo rescataron: Jaime Teuquil Vivanco, que magistralmente deslizaba sus manos sobre el teclado de la revivida reliquia, y los inspirados sones de la flauta traversa de Agustín Guiñez Reyes. Mientras observada atento, y a la vez lleno de gozo, Iván Brauning Salazar, el gran artífice de la recuperación del órgano traído desde Alemania en 1909. Todo ello frente a un público que repletaba el templo, visiblemente emocionado ante "el milagro" que estaban presenciando, ya que muchos de los concurrentes habían disfrutado en su juventud de la magia de ese patrimonio musical, que tantos años estuvo en preocupante silencio. Fueron momentos en que todo era hermoso, como la pieza "La Vida es Bella" tocada en aquella inolvidable velada.
Luego, vinieron otros conciertos con la intervención estelar del optimizado órgano jesuita: el segundo, el 31 de junio de 2014, día de San Ignacio de Loyola; el tercero, el 13 de diciembre de 2014, con la Orquesta de Cámara Juvenil de Puerto Montt, dirigida por Iván Alvarado, toda una revelación con la batuta; y el cuarto, el 22 de diciembre de 2014, con Jaime Teuquil, en órgano; Agustín Guiñez, en flauta, y el sacerdote jesuita Eduardo Ponce, en los textos.
Para El Llanquihue, en especial, el retorno de las melodías del órgano jesuita, es el fruto de una gran obra perseverante, en la que también tuvo participación con sus tradicionales constructivas campañas.