Una de las orientaciones espirituales valóricas, que mucho alimentan e inspiran el alma puertomontina, es la que el arzobispo de Puerto Montt, monseñor Cristián Caro Cordero, ofrece en su homilía del Te Deum de acción de gracias en la Catedral, al conmemorarse el aniversario de esta capital regional. Suceso que ya es una arraigada tradición en el histórico devenir de nuestra ciudad. Esta vez, junto a las autoridades y fieles, el pastor arquidiocesano agradeció los dones recibidos de Dios en cuanto a la naturaleza circundante e historia de progreso forjada por nuestros antepasados y la comunidad del presente; reiterando, al mismo tiempo, su solicitud de ayuda divina para enfrentar los desafíos actuales y futuros.
En el marco de ese reconocimiento, monseñor Caro resaltó el gran aporte a la salud que significa el nuevo Hospital, las mejoras de escuelas, los progresos de conectividad, la iniciativa privada del puerto Oxxean, junto a los buenos índices de ocupación laboral donde destaca la contribución de la industria acuícola. Mientras que entre las falencias que siguen preocupando a la ciudadanía, mencionó la delincuencia, el vandalismo, la drogadicción, los abusos y la violencia intrafamiliar. Fallas que corregir con mayor dedicación.
El arzobispo apuntó, entre las causas de esta decadencia social, el olvido de Dios, el individualismo y el relativismo ético. Reiteró como ejemplo "el poner en duda o negar que el embrión humano sea sujeto de derechos, y del primero de todos que es el derecho a la vida. Conculcado ese derecho por un pretendido derecho de la madre a decidir la interrupción de su embarazo, se socavan todos los derechos humanos y la vida humana queda a merced del más fuerte. El Estado -como lo hacen diversas instituciones privadas- debe ayudar a las mujeres con embarazos difíciles, pero nunca facilitar la muerte directa de seres inocentes", puntualizó sobre el tema del aborto.
En la parte final de su homilía, monseñor Caro invocó a Nuestra Señora del Carmen, patrona de Chile y de esta arquidiócesis, "para que extienda su manto maternal sobre todos sus hijos, especialmente sobre los más débiles, pobres y necesitados del cuerpo y del espíritu".