Todos los adelantos, como los de una mejor conectividad en la ciudad, incluyendo los nuevos taxis marítimos, en el fondo, apuntan -además de procurar una mejor calidad de vida ciudadana- a facilitar los servicios turísticos a los visitantes y a desarrollar nuestros principales recursos en el marco de la industria sin chimeneas. Entre ellos, Monte Verde y su milenario hallazgo del más antiguo asentamiento humano de América; las rutas patrimoniales en Puerto Montt, incluyendo los históricos conchales; la simbólica caleta-mercado de Angelmó; nuestras playas en Pelluco, Chinquihue y puntilla Tenglo, entre otras expresiones culturales que identifican a nuestra ciudad puerto y a sus pujantes antepasados.
Se ha informado de la organización, este verano, de periódicos tours con visitantes a la zona de Monte Verde, donde se están haciendo los primeros aprontes de lo que será la recreación de los orígenes del hombre y la mujer americanos, junto al estero de Chinchihuapi, en Puerto Montt rural. Lo mismo acontece con los antiquísimos conchales existentes en el borde costero e insular de la cuenca del Reloncaví, que -en plausible iniciativa- están siendo mostrados a residentes y turistas en periplos especiales, como el efectuado recientemente.
Convendría, -dentro de estos movimientos que revalorizan nuestros patrimonios-, no olvidar de rescatar de la desidia y el abandono a ese verdadero monumento natural e histórico, que es la denominada "Silla del Presidente": un antiquísimo gran tronco de alerce existente a la vera de la ruta alercina. Donde se habrían sentado a reponer energías algunos personajes ilustres, como Manuel Montt, Presidente de la República entre 1851 y 1861 e impulsor de la fundación de la hoy capital regional, en una de sus visitas a la zona en plena etapa de la colonización alemana. Hoy, esa reliquia amerita recobrar un sitial digno en el devenir de Puerto Montt, dotándola de los resguardos necesarios, que identifiquen su histórico protagonismo como lugar de descanso de las autoridades precursoras del nacimiento de Melipulli.
Reconfortan el alma puertomontina, todas estas iniciativas por valorizar el patrimonio y esfuerzos en pos de un turismo placentero y cultural.