Buscar y ser llamado
"¡Me llamaron!" dice, con esperanza, el que busca trabajo. Vivimos buscando lo que satisfaga nuestras necesidades y motive nuestra vida. Pues, no sólo de búsquedas materiales vive el ser humano. Somos carne y espíritu. Buscamos amar y ser amados, reconocidos, valorados, tomados en cuenta. Buscamos la verdad, la belleza, el bien, pese a nuestra inclinación a la falsedad y al egoísmo. La Palabra de Dios nos advierte: "¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca!" (Is 55,6). El evangelio de hoy (Jn 1,35-42) nos presenta a dos jóvenes discípulos de Juan Bautista que, al oírle decir: "Este es el Cordero de Dios" -refiriéndose a Jesús que pasaba- deciden seguirlo. El, viendo que lo seguían, se volvió y les preguntó: "¿Qué buscan?". Queriendo conocerlo en la intimidad, aquellos le preguntan: "Rabbí (maestro), ¿dónde vives?" La respuesta de Jesús es: "Vengan y verán". "Fueron, vieron dónde vivían y se quedaron con El aquel día". Fue una experiencia que les marcó la vida. Tanto, que Juan, el evangelista que narra esto, recuerda: "Eran las cuatro de la tarde". Con razón, se ha dicho que la fe es un encuentro con Alguien que da un nuevo sentido a la vida. El gozo ante la amistad hecha, y el reconocimiento del Mesías que buscaban, lleva a estos discípulos comunicar a otros lo acontecido. La fe en Jesús no puede encerrarse, se difunde mediante el testimonio de los que han sido llamados. Por eso, Andrés, uno de los dos que habían oído al Bautista y seguido a Jesús, al encontrar primero a su hermano Simón, le dijo: "Hemos encontrado al Mesías", que traducido significa Cristo, y lo llevó donde Jesús. Jesús lo miró y le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Jonás; te llamarás Cefas, que significa Pedro (piedra)". El cambio de nombre indica que la iniciativa de todo llamado viene del Señor y que en el nuevo nombre está incluida la misión recibida. En este caso, ser -por la fe- piedra firme en la Iglesia confirmando a los hermanos en la fe. En particular, son los jóvenes quienes más buscan una tarea y un sentido para sus vidas, lo que no se reduce a qué voy a estudiar o hacer, sino en qué puedo desarrollarme como persona... El texto bíblico (1 Sam 3) del llamado que recibe el joven Samuel en el Templo y que le cuesta reconocer como voz de Dios es ilustrativo. "Samuel no conocía todavía al Señor; aún no se le había revelado la Palabra del Señor". Cuando el sacerdote le indica "si te llama alguien, dile: "Habla, Señor, que tu siervo escucha". Al ser llamado, así responde y Dios le anuncia la misión que le espera en Israel.
Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.