La Sagrada Familia, modelo de virtudes
San Lucas nos narra que Jesús es llevado por sus padres a Jerusalén para presentarlo al Señor, ofreciendo en sacrificio un par de tórtolas o pichones, como ordena la Ley del Señor. Aparece Simeón, hombre honrado y piadoso que esperaba la liberación de Israel y a quien el Espíritu Santo le dijo. La que no moriría antes de ver al mesías. Simeón tomó en brazos al niño y alabó a Dios, afirmando que sus ojos han visto la salvación preparada por el Señor. También dijo a María que el niño será causa de caída y de elevación para muchos, será signo de contradicción y a ella misma una espada le atravesará el corazón. Aparece Ana, hija de Fanuel, dando gracias a Dios, hablando acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después volvieron a Nazareth, donde el niño crecía y se fortalecía, lleno de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba (cfr Lc 2, 2-40). Los padres de Jesús cumplen con los ritos establecidos por la Ley: la circuncisión, la presentación en el Templo y la purificación. Si bien constatamos que ellos cumplían fielmente con las normas y preceptos del Señor, en el texto se enfatiza más la misión de Jesús para el pueblo de Israel, a través de las palabras de Simeón y de Ana: será la luz para los pueblos paganos y la gloria de Israel. La misión de Jesús como Salvador del mundo, no será fácil, pues se cumplirá a través del camino de la cruz. En efecto, su vida no estará exenta de dificultades y contradicciones, pero las asumirá por amor a la humanidad con tal de que obtengamos la redención. En este sentido, para que Jesús cumpla con su misión y al compartir nuestra naturaleza, vivirá y se desarrollará en el seno de una familia. María y José tendrán que educar a este hijo tan especial, que harán todo lo posible para que se cumpla la obra de Dios. Aunque no conocemos muchos detalles de la infancia de Jesús, podemos suponer que en su vida familiar recibió siempre el amor de sus padres. Es en el contexto de una familia donde iba creciendo en estatura y en la gracia de Dios. Allí aprendió lo que significa el trabajo cotidiano, adquirió muchos valores y se educó en las virtudes necesarias. Jesús vivía sujeto a sus padres, aprendiendo el valor de la obediencia y el respeto por ellos. La familia de Nazareth es una familia santa, llena de virtudes, donde lo más importante era agradar al Señor. Ellos nos enseñan lo relevante que es la familia para el desarrollo de toda persona, pues estamos llamados a crecer humana y espiritualmente. Es en la familia donde nos educamos y aprendemos los valores de la vida.
Pbro. Dr. Tulio Soto.
Vicario General del Arzobispado de Puerto Montt.