La más relevante obra de todos los tiempos -no sólo por su imponente y vanguardista potencial, sino que, sobre todo, por el inapreciable servicio que aportará a la salud de las personas-, el nuevo Hospital de Puerto Montt, disponible también para la región, ya se está en plena actividad, luego que una vez edificado fuera superando etapas, incluido el traslado de los pacientes, hasta llegar al punto ideal para comenzar la anhelada operatividad.
Los puertomontinos y sureños están profundamente conscientes de la trascendencia de este grandioso logro en materia de salubridad. Y los que ya lo visitaron han comprobado, no sin asombro, los extraordinarios adelantos en equipamiento de última generación de que dispone, tanto en el rango medicinal como en el de orden administrativo y de atención pública en el trato a los pacientes. Lo que, evidentemente, motiva la más profunda gratitud de la comunidad a los grandes esfuerzos gubernamentales que se han efectuado en materia de inversión, para hacer realidad tan antigua como invalorable aspiración ciudadana.
Al mismo tiempo, el espacioso establecimiento asistencial significa un adelanto que, igualmente, hará justicia con la dignidad y holgura que ameritan disponer quienes desempeñan las delicadas tareas del funcionamiento sanitario. Noble misión que exige un temple especial para entregar al enfermo no sólo las capacidades profesionales y técnicas, sino también las potencialidades interiores manifestadas a través de actitudes de cariño, compromiso y dedicación hacia quienes recurren a ellos.
Puerto Montt, sus autoridades y la comunidad han demostrado, con el monumental Hospital ya en pie, que aquí en regiones, como la nuestra, se pueden levantar las más grandes obras y avanzar de manera contundente en el soñado desarrollo. Para lo cual, la unidad, la planificación, la coordinación de esfuerzos y capacidades, la decisión y perseverancia, son siempre determinantes para conquistar los objetivos por inalcanzables que parezcan.
La memoria del Dr. Eduardo Schütz, ejemplar médico puertomontino, cuyo nombre lleva el flamante Hospital, no puede estar más honrada que en tan grandiosa obra de bien público.