Lo ocurrido el fin de semana con el arribo inaugural del primer buque al Terminal Internacional Oxxean, es histórico para la Región. Porque a contar de ahora, Puerto Montt recupera su sitial de ciudad puerto para barcos de grandes dimensiones, al contar con un recinto con capacidad de atención durante las 24 horas del día. Y con semejante inversión, se abre un abanico amplio de oportunidades para nuestra zona, en materia logística, de servicios y desarrollo, que aún no dimensionamos.
Porque no todos los días se inaugura un puerto en el país, el hecho es significativo. Además, obligará al puerto estatal a redefinir su operación, decisión que ya no se podrá seguir dilatando, y que de seguro, se constituirá en otro hito relevante, porque lo más probable es que se dedique exclusivamente al servicio turístico de cruceros, transformando las actuales instalaciones, y de paso, la costanera de Puerto Montt, en un sector eminentemente turístico.
Pero lo de Oxxean tiene un mérito adicional a lo anteriormente descrito, y aquello tiene que ver con el aspecto más humano de esta gran noticia. Porque quienes están tras esta inversión inicial de US$30 millones y de US$ 100 millones en la segunda etapa, son dos hermanos puertomontinos, oriundos de Isla Tenglo, que para llegar hasta lo que son hoy, ya le habían ganado a la vida; pero ahora, concretaron el negocio más importante de su existencia, de la mano del empuje, el trabajo y la convicción; sin socios capitalistas, ni aportes extranjeros ni préstamos de grandes empresarios, sólo con el aval en este caso del Banco Chile que confió en ellos, prestándole los recursos para una aventura como ésta, que debe ser un orgullo para todos los puertomontinos.
El ejemplo de los hermanos Pacheco debe contagiar. Ellos representan el emprendimiento en su grado máximo, el mismo que cultivan otras empresas familiares de la zona que muchas veces prefieren obrar en silencio, sin las luces que se desprenden del reconocimiento público sincero y agradecido.
Felicitaciones a Oxxean y su gente.