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Desde Angelmó nace Casa del Arte

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Cuando la emblemática Casa del Arte Diego Rivera -uno de los importantes símbolos culturales de Puerto Montt-, se dispone a conmemorar medio siglo existencia el 14 de noviembre venidero, tras su inauguración ese día del año 1964, con el nombre del afamado pintor muralista azteca, es más que oportuno resaltar sus orígenes que precisamente nacen de la inspiración y amor al terruño de nuestros apreciados artistas plásticos, que en aquel entonces eran parte del panorama marítimo de Angelmó, al que no cesaban de retratar en sus telas desde sus riberas, cautivados por la magia de las lanchas chilotas, su pintoresco comercio y sus múltiples expresiones humanas y paisajísticas.

Eran también los tiempos de apogeo turístico de la caleta Angelmó. Por lo que no extrañó que se embelesaran con ella personajes de la talla del embajador de México, Gustavo Ortiz Hernán, quien trabó amistad con los pintores porteños. Con quienes solía compartir sus aficiones artísticas y disfrutar de gratas tertulias en un artesanal refugio de botes, en ese entonces su centro de actividades. Esta fraternidad fue la que motivó a los anfitriones plantear los imperativos de un centro cultural para Puerto Montt al diplomático azteca, quien logró de las autoridades de su país la colaboración económica que posibilitó edificar la obra en el marco de la hermandad chileno-mexicana.

Para el éxito de esta gestión, fue necesaria la organización el 15 de marzo de 1961, de la Agrupación de Pintores, que presidió Carlos Laroze, la cual se abocó a dar la batalla por la construcción de una 'Casa del Artista', junto al clave apoyo del embajador Ortiz. Lo que hizo que la iniciativa se integrase al Plan Chileno-Mexicano de Cooperación Fraternal, designándose una comisión -para adquirir el terreno y planificar la obra- que presidio el intendente Jorge Brahm, quedando a cargo del proyecto el arquitecto Sergio Soza. En principio, se consideró el sector de Angelmó para el inmueble, pero se desechó por la reconstrucción del puerto, determinándose finalmente el área céntrica de la ciudad, donde hoy se yergue con singular prestancia la flamante Casa del Arte Diego Rivera, cuya existencia ha sido clave para el desarrollo artístico-cultural de Puerto Montt.