Con un especial sentimiento de solidaridad, aprecio y admiración, desde nuestro Diario El Llanquihue saludamos muy cordialmente a los trabajadores radiales con ocasión de celebrarse hoy el Día de la Radio en todo nuestro país, instándolos a mantener siempre en alto el bien ganado prestigio que distingue a la radiotelefonía chilena.

Como se recordará, esta singular jornada fue instaurada el 21 de septiembre de 1942 como una instancia de otorgar un merecido descanso a la gente de radio, luego de la intensa labor que debían cumplir en las emisoras en las transmisiones de las Fiestas Patrias, incluida la Parada Militar, entre otros eventos alusivos al patriótico suceso. Quedaban, entonces, sólo algunas radios de turno, que transmitían en una red de la Asociación de Radiodifusores de Chile.

Sin embargo, esta tradición de silenciar las ondas radiales por un día sería definitivamente fracturada, al decretar la Archi, en 2001, libertad de acción de las emisoras, pues muchas ya no compartían este día especial.

Es propicia oportunidad también para remontarnos a los albores radiales en Puerto Montt, por allá por marzo de 1937, con la aparición de la radio de las 'Cervecerías Unidas'. Tras lo cual, dos años después, se inauguraba la emisora 'Aliviol', nombre que luego cambiaría por el de 'Centinela' y más tarde 'Llanquihue', filial de Cooperativa. Fue una espléndida etapa, en la que destacó el connotado profesional René Salinas Palacios, quien en 1978 creó Radio Reloncaví -la RR-. Y tras lo cual fueron surgiendo nuevas radios como 'Vicente Pérez Rosales', encabezada por el periodista Oscar Meza; 'Bio-Bío', 'Supersol', 'Belén', entre otras como las actuales instaladas en este Diario: Digital FM y Positiva FM.

La reconocida cualidad de la radio como la más fiel compañera de la gente, por su calidez, entretención y solidaria generosidad, le ha significado perdurar en el tiempo -siempre enhiesta, noble y señera-, a pesar de los embates de la televisión y de los nuevos sofisticados medios comunicacionales en boga.

Esta conmemoración sorprende a los trabajadores de la radio en Puerto Montt motivados en reorganizarse, para reactivar el gremio. Nuestra adhesión a esa inquietud y los mejores parabienes en su 'Día'.

Jesús dice que 'muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros' (Mt, 19, 30). Luego narra la parábola de los trabajadores de la viña, donde el propietario contrata obreros por un denario por día, pero también contrató otros al terminar el día. Finalizada la jornada de trabajo pidió al mayordomo que pague primero a los últimos y termine con los primeros. Pero en la tarde pagó un denario a los últimos como a los primeros. Estos se indignaron porque creyeron que iban a recibir algo más y fueron a protestar con el propietario. Este respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a éste que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?' (Mt 20, 13-15). Esta parábola nos recuerda que en la viña del Señor, todos somos llamados en distintos momentos de nuestra vida, unos en la niñez, otros en la adolescencia, y otros en la madurez de sus vidas. Por eso decimos que la conversión no tiene edad. Dios llama siempre y nos invita a convertirnos, a cambiar de vida, y nos invita a seguirle en cualquier momento de nuestra existencia. Una vez que hemos decidido servirle en su Reino, nos ponemos al servicio de los demás. ¿Cuál será la retribución? Dependerá de la bondad y la misericordia de Dios. Tenemos el ejemplo de San Pablo, que se convirtió al Señor, después de perseguir a los cristianos. Fue llamado por Dios y descubrió que su vida era Cristo y que le puede servir en los demás, para que se alegren y crezcan en la fe. Jesús nos está recordando que la salvación es para todos. Los fariseos se creían justos, pero Jesús rompe el exclusivismo de la salvación de la religión judía y la extiende al mundo entero.

La salvación no depende de raza, lengua o condición social, sino de la bondad y la misericordia de Dios. Los 'primeros' recibirán la misma paga que los últimos. No hay lugar para la envidia, porque Dios cumple lo que promete.

Dios así se revela como bueno, el Señor es bondadoso y compasivo con todos. Aquí está la clave para entender la parábola de los trabajadores de la viña, pues el Señor no mira sólo la justicia legal, lo que corresponde a cada uno según sus méritos, sino también las necesidades de cada ser humano. Dios tiene compasión de los sencillos, de los que tienen hambre, de los pobres y de los que sufren. Su gran preocupación son los pecadores, necesitados de salvación.