Demás está decir que estos días serán de alegría, celebración y compartir en familia. Las Fiestas Patrias constituyen un evento en que nuestras tradiciones y los festejos por los 204 años de nuestra independencia se viven con gran dicha a lo largo de todo el país.

No obstante, las metas que se avecinan una vez finalizadas estas festividades son de enorme relevancia para cada chileno y chilena. A contar de la próxima semana el Gobierno de nuestra Presidenta Michelle Bachelet inicia una avanzada potente en pos de contrarrestar el alto número de mitos que la derecha ha difundido en torno a la Reforma Educacional.

Para nadie es desconocido que la oposición, a lo largo de todos estos años, ha llevado adelante la misma maquinaria de mentiras cada vez que el Ejecutivo ha iniciado un proceso de reformas que apunten a dar mayores beneficios a la ciudadanía. Ya sucedió anteriormente con la Agraria y de la Salud, iniciativas ante las cuales montaron un sinfín de burlescos argumentos, pero que, para su pesar, han terminado prácticamente aplaudiendo.

Por ello, la visita que el ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, el 26 de este mes, llevará a que nuestra región se convierta en una suerte de 'punta de lanza' de lo que será este nuevo proceso de difusión.

En este contexto, todas las autoridades (intendente, parlamentarios, gobernadores, seremis y directores de servicio de la Nueva Mayoría), saldrán a sortear en todos los rincones de nuestra vasta región las falsedades que la derecha ha instalado en colegios, padres, apoderados, vecinos, etcétera.

Dar mayores y mejores niveles de igualdad y abogar por abrir paso a la justicia social es el trasfondo vital de este proyecto de transformación del sistema educacional.

Como he repetido en varias ocasiones, ¿cómo va a ser contraproducente que un agricultor, un obrero, una dueña de casa tenga opción de enviar gratis a sus hijos a la universidad; que cada uno de ellos tenga las mismas oportunidades de crecer profesionalmente y ser un aporte para el país?

A contar del 26 de este mes se da paso a una nueva etapa. El fin de la segregación y contar con un país más integrado social y culturalmente, se avista en el horizonte.

Sólo resta educarse con la reforma y para eso estaremos dispuestos durante las semanas venideras.

Está más que claro que a la comunidad de Puerto Montt, como a sus distintas organizaciones, sobre todo gremiales y vecinales, -demostrado en sus expresiones a través de El Llanquihue, otros medios y redes sociales- no les satisfizo para nada la reciente resolución del Concejo Municipal, que dio carta blanca a las construcciones, sin límite de altura, en nuestro borde costero, al aprobar la seccional centro del Plan Regulador Comunal.

Lo que sí no está para nada razonablemente convincente, porque ni se conocen, son los argumentos que motivaron a la mayoría de los concejales a rechazar el establecimiento de una limitante de altura en las construcciones costeras en nuestra capital regional, por cuanto siempre el sentir ciudadano se ha inclinado por un horizonte despejado de murallas que impidan la visión de lo mejor que tenemos -y que tanto nos caracteriza e identifica- que es el maravilloso paisaje marítimo-insular-volcánico que nos rodea desde siempre.

No deben olvidar los concejales sus delicadas responsabilidades de representación popular, luego que fuera esa misma ciudadanía la que los eligió en los respectivos comicios, no por gracia, sino que para que representasen a cada uno de sus votantes en el marco de sus aspiraciones dentro del proceso de superación y desarrollo de Puerto Montt. Obviamente, no para satisfacer sus afanes personales y partidarios. Única y exclusivamente, para que, -de acuerdo a sus vocaciones de servidores públicos-, interpretasen transparentemente a ese pueblo que cimentó en ellos sus esperanzas, escuchen sus clamores y luchen con denuedo por esa causa progresista local, una vida más digna y mejor para todos quienes habitan en la comuna.

Entonces, lo que menos hubiera esperado esa comunidad puertomontina, -luego del acuerdo de Concejo que no reguló las edificaciones costaneras ni consideró las propuestas de la gente-, es haber escuchado una explicación concluyente que justificase la impopular determinación que faculta 'amurallar' nuestro apreciado bordemar y con ello perjudicar el natural potencial turístico de Puerto Montt, que se basa en sus patrimonios y recursos naturales de identidad y que lo hacen tan especial y futurista.