Es muy difícil realizar cambios en educación en nuestro país. Pareciera que existe una gran maquinaria que, por una parte, invita a avanzar, a ser creativos, exigentes y, por otro lado, se niegan herramientas, capacitaciones y recursos o quizás estos no llegan donde debieran, o sea a nuestras escuelas y liceos.
Con esto no quiero justificar el actuar de algunos profesores, pero cuando ven esta realidad, comienza un desencanto y ya no están dispuestos a cambiar sus hábitos y formas de hacer sus clases, negando así la posibilidad de reinventarse. Esto es más normal de lo que pareciera, no estamos dispuestos a realizar el esfuerzo ya que nadie lo realiza por nosotros. Muchas veces me he preguntado, cómo profesionales que, supuestamente, estamos capacitados para educar y guiar a nuestros alumnos no estamos dispuestos a recibir nuevas herramientas para efectuar mejor nuestra tarea. Más allá de las macro reformas que requiere la educación en nuestro país, tenemos que ser capaces de reconocer que definitivamente los cambios comienzan en nuestras aulas.
Podemos justificar todo, tener mil excusas, tales como 'nuestro sostenedor no lo permite', o 'el ministerio de educación no lo autoriza', o 'no creo que dé resultados', en fin. Pero, para que estos cambios se produzcan en nuestros establecimientos, es de vital importancia la participación y compromiso de los equipos directivos, apoderados y, por supuesto, profesores y alumnos.
Dificultades para avanzar y crecer en la educación pública siempre han existido y, más aún, cuando ésta se politiza y se actúa no por convicción si no por idealismos personales. Entonces es allí donde necesitamos un buen profesor, un maestro motivado, creativo, guiador, que esté por encima de estas circunstancias, que trate a sus alumnos con amor, con mucho de quijote para luchar contra la adversidad. Con profesores egoístas, egocéntricos, que no se abren al aprendizaje participativo, la tarea se hace más difícil y tediosa. Es preciso entender que son nuestros alumnos los que tienen que brillar, para eso estamos nosotros para ser guías capaces de crear en ellos el deseo del saber ser- saber haciendo, capaces de ser parte de su propio aprendizaje.
Queridos profesores no culpemos a nadie, hoy existen nuestros alumnos y nuestras aulas, soy un convencido que es ahí donde se generan los grandes cambios.