La experiencia nos dice que quienes viven acumulando riquezas, poder o placeres, terminan mal. Y, sin embargo, el ser humano busca con afán el éxito material y la gloria terrena, pensando que estas cosas le darán felicidad y vida plena. Piensan como los hombres, no como Dios. Así le dice Jesús al mismo Pedro, recién constituido 'piedra' de la Iglesia, por su fe, cuando éste rechaza el camino de entrega y sufrimiento que el Maestro anuncia, en el evangelio de hoy (cf. Mt 16, 21-28). Nos cuesta aceptar el sufrimiento, pero es parte integrante de la vida. Jesús manifestó a sus discípulos que 'tenía que sufrir mucho' por causa de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, o sea, de las autoridades religiosas y políticas de su época. 'Que lo matarían y al tercer día resucitaría'. Al menos en tres ocasiones distintas les hizo Jesús este anuncio dramático. En esta oportunidad, Pedro, tomándolo aparte se puso a recriminarlo, pretendiendo interponerse en su camino. La reacción de Jesús es fuerte: '¡Apártate de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres'. Es decir, en el plan de Dios, Jesús deberá recorrer el camino de la entrega de su vida hasta la muerte de cruz, con el fin de expiar los pecados del mundo y conducir a los hombres a la comunión con Dios y el prójimo, hasta llegar a la gloria. Así, nuestros sufrimientos, unidos a los de Cristo, tienen sentido redentor.
Por eso, a continuación, Jesús instruye a sus discípulos: 'Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga'. Ser discípulo de Cristo significa 'perder' la vida -es decir, entregarla al servicio de Dios y del prójimo- para 'encontrar' la verdadera vida, la eterna, que comienza ya en la tierra pero alcanza su plenitud en la gloria del cielo. Los mejores exponentes son los santos, que murieron a sí mismos para dar vida a los demás, como San Alberto Hurtado, Teresa de Calcuta, San Juan Pablo II y tantos otros.
Culmina Jesús su enseñanza con una pregunta quemante: '¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su vida?' Y para animarnos, muestra también la recompensa prometida a los auténticos discípulos: 'El Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles; y entonces pagará a cada uno según su conducta'.
Comienza septiembre, mes de la Patria. El mejor aporte a Chile es seguir el camino de Cristo: 'Estoy en medio de ustedes como el que sirve'.