Esta semana se aprobó la anhelada reforma tributaria que según el gobierno recaudará 8 mil 300 millones de pesos, con un destino aún incierto para el país. Si bien he dicho incansablemente que esta reforma es mala para Chile, que es la reforma de la cesantía, que dañará gravemente a la Clase Media, que no logrará su objetivo, no suficiente con ello, el Gobierno se perdió la gran oportunidad de haber incorporado un punto muy anhelado por las regiones, como es que las grandes empresas tributen en las regiones donde operan.
De haber materializado esta iniciativa de la bancada de parlamentarios regionalistas, se habría avanzado en una verdadera medida de descentralización fiscal, a través de dos propuestas: incorporar una Ley de Rentas Regionales, que permita recaudar de manera permanente un especie de impuesto por la explotación de recursos de la región, y por otra parte que definitivamente se modifique el pago de patentes de manera que las grandes empresas paguen en la comuna donde operan y no dirección de sus casas matrices, la gran mayoría ubicadas en las comunas más ricas de Santiago.
Fue la misma comisión por la Descentralización creada por el Gobierno, la que propuso indicaciones a la Reforma Tributaria como que se redistribuyan los impuestos nacionales en las regiones y que entre el 2015 y el 2020 se llegue de un 7% a un 15%, subiendo 2% de impuesto anual, dando de esta manera autonomía a las regiones y co-participación en la recaudación.
Otro ejemplo de lo que se podría haber incorporado, son impuestos específicos para las grandes empresas que explotan recursos naturales en regiones.
Entonces una vez más nos encontramos con la publicidad engañosa del gobierno, en crear comisiones de expertos, que recogen las ideas y requerimientos de la ciudadanía, desde un punto de vista técnico, pero finalmente sólo quedan en el papel ya que a la hora de materializarlas en Ley, teniendo la oportunidad de generar el cambio, estos NO son escuchados y las propuestas quedan en nada. Las ironías de la Reforma Tributaria.