El espíritu chamizano -la intrepidez de volar- forma parte de la vida y el sentir puertomontino durante 85 años, los que justamente cumple hoy 27 de julio el Grupo 5 de la Fuerza Aérea de Chile, actualmente con base en El Tepual.

Esos imperecederos albores fueron recordados con profunda emoción el día 22 reciente en la Plazoleta El Cóndor de Chamiza, donde se realizó una vibrante ceremonia con la participación de efectivos de la FACh y de la comunidad lugareña. Y donde fue resaltado el significado de la histórica fecha, por el comandante del Grupo de Aviación N°5, Fernando Ilharreguy; el suboficial mayor Alex Merino y el presidente del comité de trabajo 'John Wall', Rigoberto Soto; en tanto que la intervención espiritual de acción de gracias estuvo a cargo del sacerdote católico Rociel Ruiz y del pastor luterano Alejandro Zegers.

Se estremeció, así, el apacible valle de Chamiza con las apasionadas y nostálgicas remembranzas del valeroso y visionario pretérito de la Aviación por estos confines.

Y en la evocación, resaltó el gran sueño de habilitar un servicio postal aéreo desde Arica a Punta Arenas, que se agitaba en la mente de la máxima autoridad aeronáutica del país en ese entonces, teniente coronel Arturo Merino Benítez, lo que despegó hacia su conquista el 27 de julio de 1829 con la firma del decreto supremo que creó la Escuadrilla de Anfibios N° 1 con asiento en la Base Aérea en el valle de La Chamiza, cuyo primer comandante fue el capitán Modesto Vergara. Sus vuelos exploratorios a las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, forjaron historia, al constatar el aislamiento de esas zonas y el imperativo de integrarlas a la dinámica nacional.

Fueron asimismo relevantes episodios añorados el de marzo de 1936, cuando surge la línea experimental Puerto Montt-Magallanes, y el de 1941, cuando la Escuadrilla de Anfibios N°1 asciende a Grupo de Aviación N°5.

Desde aquellos precursores pasos, que pervive el imbatible espíritu chamizano plasmado al conjuro del afecto y ayuda mutua entre aviadores y habitantes de Chamiza, así como del sur todo agradecido del vuelo integrador y solidario de los cóndores de acero que nacieron hace 85 años en el valle de Chamiza.

Jesús señala que el Reino de Dios puede compararse a un tesoro escondido en un campo. Un hombre encuentra este tesoro, lo esconde de nuevo y lleno de alegría, vende todo lo que tiene y compra el campo. Lo compara también con un negociante que busca perlas preciosas y cuando encuentra una de gran valor, vende todo lo que tiene y la compra. En ambos casos se toma una decisión radical: vender todo, con tal de obtener lo más valioso, lo mejor. También vemos que se ofrece un don, pero que exige necesariamente una respuesta.

El verdadero tesoro ofrecido es el Reino de Dios. Para quien lo descubre se transforma en el único valor absoluto para su vida, de modo que en su existencia terrena significará subordinar todo a los valores del Reino. En efecto, para el seguidor de Jesús se trata de la mayor riqueza encontrada y aceptada para su vida. ¿Qué es el Reino de Dios? Sabemos que es una realidad misteriosa que crece poco a poco entre nosotros, crece de manera progresiva, y que de algún modo procuramos extender en el mundo. Jesús inauguró el Reino, que consiste en la vida misma de Dios, que se ofrece a todos los hombres, y que crece entre nosotros en la fe, la esperanza y la caridad, y que se prolonga en la vida futura, más allá de esta vida. ¿Quiénes pueden participar del Reino de Dios? Jesús invita a todos los hombres, de cualquier lengua, raza o condición. En este sentido, basta con acogerlo con un corazón humilde. Si existen pecados, el llamado es a la conversión de vida, aceptando la misericordia divina. Aún el peor de los pecadores es aceptado, si quiere recibir el perdón, la infinita misericordia del Padre (cfr Compendio del Catecismo, n. 107). En este sentido, siempre Dios nos está llamando y nos espera. Si aceptamos a Jesús y su Reino como lo más valioso para nuestra vida, nos lleva a mirar y actuar en la vida de un modo distinto, miramos la existencia con los ojos de la fe y procuramos vivir de acuerdo a los valores del Evangelio. Esto significa intentar cada día vivir buscando lo que sea agradable a los ojos de Dios y tratando de que su Reino de paz, justicia y amor sea una realidad en el ambiente en el cual nos toque vivir, en la sociedad del mundo de hoy, sirviendo especialmente a los más pobres y los que sufren.También Jesús compara el Reino de Dios a una red que se echa en el mar y que recoge toda clase de peces, de modo que cuando está llena recogen lo bueno y tiran lo que no sirve. Señala que así será al fin del mundo, donde los ángeles separarán a los malos de los buenos.

Pbro. Dr. Tulio Soto. Vicario General del