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Los lamentos y desahogos que se ocultan en las celdas de los reos

MENSAJES. Psicólogo de la Universidad San Sebastián, Diego Quijada, explica que los internos tienen dos grandes referentes: Dios y su madre.

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Al ingresar a la cárcel concesionada de Alto Bonito de Puerto Montt, es necesario pasar por una puerta que conduce a los módulos de los reos. Un gendarme me solicita la cédula de identidad y con una paleta detectora verifica que entre mis pertenencias no tenga ningún objeto extraño o algún celular.

Junto a otros funcionarios, bajo lentamente las escaleras y continúo por un pasillo de cemento que a los costados tiene rejas. Se respira desolación, temor, encierro y ahogo. Es un panorama estremecedor.

Mientras sigo con mi recorrido, acompañada de gendarmes y perros con bozal, llegó a un módulo de alta peligrosidad. Justo ese día estaba preparado un allanamiento a las celdas de los internos.

Por un momento, me detengo y veo varias imágenes de santos que están en una puerta, también hay un calendario con una persona sacrificada en una cruz y más abajo hay una carta con un dibujo que dice:

Otra de las celdas tiene papeles de regalo en las paredes de varios colores y caricaturas de Mickey Mouse. Pero también hay muros que entregan mensajes de amor y de tristeza.

El director regional de Gendarmería, coronel Alejandro Troncoso, señala que es la forma en que los internos decoran sus celdas la que explica el sentido de habilitar espacios propios, donde se sienten identificados y protegidos.

'Eso es muy importante para ellos, porque permite generar identidad en espacios que por lo general son muy impersonales; y porque, además, permite bajar los niveles de ansiedad de la población penal, reduciendo con ello las posibilidades de conflicto o de conductas violentas', sostiene la autoridad.

LAS PAREDES HABLAN

El psicólogo experto en esta materia, Diego Quijada, coordinador del post título de Psicología Jurídica de la Universidad San Sebastián de Puerto Montt, explica que las personas privadas de libertad tienen códigos internos y un vocabulario que simboliza aspectos y relaciones propias de este ambiente. Al ser consultado por las decoraciones de las celdas, asegura que 'expresan el mundo paralelo que ellos tienen, por ejemplo el tema de la religión. Para ellos, independiente del tipo de delito y la condición vulnerable que ellos tienen, siempre se rigen bajo parámetros cristianos. Dios o Jehová es un referente muy importante para ellos, al igual que la mamá. Pueden ser los delincuentes más atroces, pero la figura de la madre es omnipresente que está siempre acompañándolos'.

Según el profesional, hay pirámides de jerarquías carcelarias. En una de las imágenes (Ver fotografía) dice: La figura del choro se respeta mucho, el ladrón que tiene años de experiencia y que es respetado entre ellos mismos. Hay delitos que no son bien vistos como los sexuales y narcotraficantes'.

Y agrega que se cree que las personas privadas de libertad no tienen afectos, pero no es así. 'En general, estas personas (condenadas por robo) vienen de estratos socioeconómicos muy bajos, entonces los delitos se cometen bajo mucha precariedad, con amigos que han tenido contacto con la justicia o familiares. Puede haber un consumo problemático de alcohol o drogas', sentencia el psicólogo de la Universidad San Sebastián.

EL LÍDER QUE SE FUGÓ

El cabo 1° de Gendarmería, Rodrigo Valenzuela, hace 15 años que trabaja de manera directa con la población penal de Puerto Montt.

Dada su trayectoria, cuenta que 'no todos son malos, hay internos que realmente están arrepentidos de lo que hicieron'. Recuerda el caso de un reo que era muy conflictivo, el cual delinquía desde los 16 años, porque las malas juntas lo llevaron a distintos ilícitos.

El interno, quien vivía en un círculo de violencia desde su infancia, se fue de su casa muy joven, porque su padre alcohólico golpeaba a su madre.

'Él decía que lo primero que robó con otros amigos fueron unos pollos. Al interior de la cárcel era muy respetado, era el líder entre sus pares. Pero pasaron los años y empezó a hacer conducta y a trabajar en la panadería. Después se hizo evangélico, era muy buena persona con los funcionarios y sus pares. Sufrió un derrame cerebral y a mí me tocó cuidarlo. No era el mismo, lo vi lleno de tubos. Le pedí a Dios por él, porque se había arrepentido y estaba sufriendo. Recé un padre nuestro y en ese momento me di vuelta y la enfermera me dice:. Y yo le dije, Y ahí que me confirmó que recién había muerto. Tenía 41 años y dejó dos hijos que no sabían nada de él. Estaba solo en este mundo', relata.

El cabo Valenzuela revela que algunos se acercan a los gendarmes y hablan de sus familias, a veces existe mucho desamparo y no hay respeto en sus casas. 'Cuando los internos llevan una semana, los van a visitar los tíos, primos, todos. Pero cuando llevan un mes recluidos, la única persona que siempre llega es la mamá y le lleva sus cositas. Muchas veces ellas no tienen para comer y les llevan a sus hijos...Si hasta las parejas se olvidan de ellos', anota. Suele ocurrir -dice el funcionario- que el interno es como la oveja negra de su familia. Inclusive algunos de sus papás son muy trabajadores o profesionales, gente ajena al mundo delictual. 'Muchos de ellos se metieron en problemas por el tema del alcohol, las drogas y las amistades. Hay casos en que los padres ni siquiera sabían lo que estaban haciendo y ahora están arrepentidos', dice. Existe mucho compañerismo y solidaridad entre algunos reclusos y son defensores de los niños. 'Odian y repudian a los reos que llegan por delitos sexuales', advierte.

Después de recorrer varias celdas y ver los símbolos que tienen plasmados algunos de los reclusos, salimos en compañía de los gendarmes al exterior. Es un respiro de libertad, esa libertad que muchos de ellos añoran, pero quizás cuántos años tengan que pasar para que vuelvan a recuperarla.

Como dice el cabo 1° Valenzuela, sólo depende de ellos y del comportamiento que tengan, porque cuando son reincidentes por los mismos delitos, su eterno hogar seguirá siendo la cárcel.