Los presidentes de EE.UU., Barack Obama, y Rusia, Vladimir Putin, se evitaron ayer pese a coincidir en París por las conmemoraciones del desembarco de Normandía, pero se enviaron mensajes sobre la crisis de Ucrania.
El jefe del Estado francés, François Hollande, como anfitrión, tuvo que hacer equilibrios e invitarlos a cenar por separado con dos horas de diferencia: a Obama en un restaurante cerca de la avenida de los Campos Elíseos y a Putin en un marco mucho más formal, el Palacio del Elíseo.
Obama, durante la cumbre del G7 que se celebró hasta ayer en Bruselas, instó al Mandatario ruso a que 'aproveche la oportunidad' para reconducir la crisis en Ucrania, lo que pasa por reconocer y negociar directamente con el Presidente electo, Petró Poroshenko, 'el legítimo líder'.
Hollande invitó a los actos conmemorativos del 70 aniversario del desembarco de Normandía a Poroshenko, en un gesto que no se limita a un reconocimiento histórico por el papel de los ucranianos que combatieron a los nazis en el Ejército soviético, sino que puede abrir las puertas a un encuentro con Putin.
Quienes sí aceptaron reunirse fueron los jefes de las diplomacias de EE.UU., John Kerry, y de Rusia, Serguéi Lavrov, quienes reafirmaron sus posiciones sobre Ucrania. Kerry dijo que esperaba que sus discusiones con Lavrov fueran una oportunidad para conseguir una Ucrania 'con una soberanía respetada'.