Que el remezón que ha significado el despojo de zona típica para Angelmó, se transforme en el impulso que le hace falta.
La Caleta Angelmó, descrita, pintada, cantada, musicalizada por artistas locales, nacionales y extranjeros, universalmente conocida, enclave auténticamente chilote en el Canal Tenglo, postal y carta de presentación de Puerto Montt en el mundo entero -digámoslo de una vez-, ya no existe.
La agonía de la Caleta se inició con el terremoto de 1960.
Parte de ella fue absorbida por las obras de reconstrucción del Puerto, y lo que quedó de típico fue desplazándose hasta asentarse en lo que conocemos como el Mercado de Angelmó, que a duras penas, en los últimos decenios, ha logrado conservar parte de su auténtico patrimonio.
Pero, felizmente, la naturaleza ha sido generosa con nuestro entorno y ahí, hacia el oeste. -todavía como 'patio trasero' del Mercado de Angelmó-, la Caleta está latente en una playa que en descenso leve se zambulle suavemente en las mansas aguas del Canal Tenglo, de riberas tapizadas de suave vegetación. Es un escenario ideal, sin duda, para recrear allí, -con sus botes y lanchones de velas blancas, y playa irisada de la policromía de canastos de flores, frutas, verduras y mariscos traídos desde las islas-, la caleta de los pintores porteños, de aquellos que se formaron en la Vieja Escuela de Angelmó, cuya imagen pasearon por muchos rincones del mundo. Un rescate también para la nueva generación de artistas que, de la antigua y pintoresca rada, sólo guardan imágenes y añoranzas.
Recreada para el turismo, no dudamos que la Caleta de Angelmó pasaría a ser el primero de los atractivos para los puertomontinos, viajeros nacionales y, sobre todo, para aquellos miles de turistas y tripulantes que en cada temporada arriban a Puerto de Puerto Montt a bordo de los grandes cruceros internacionales.
Valga este enfoque, precisamente cuando Angelmó, y su inseparable compañera Tenglo, sufren el desdén de un rebaje de categoría por insólito decreto, que con toda seguridad habrá de revocarse. Porque, a pesar de todo, digan lo que digan, Angelmó jamás desaparecerá. Por el contrario, si la voluntad puertomontina lo quiere, su renacer es inevitable.