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Días de reflexión y arrepentimiento

El tradicional fervor puertomontino en Semana Santa revive por estos días con los vía crucis, oración, abstinencia y caridad.

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La profunda espiritualidad puertomontina y sus cristianos sentires refulgen singularmente para cada Semana Santa que transita en la historia de Puerto Montt, como la que hoy se inicia con la celebración del Domingo de Ramos presidida por el arzobispo Cristián Caro.

Durante la semana, ese señero fervor se manifiesta de manera masiva, con imponente participación de jóvenes, en los vía crucis de Viernes Santo por la ruta hacia el cerro calvario de Puerto Varas, saliendo de la capital regional a las 7 de la mañana, y por la tarde en la peregrinación hacia el Santuario Cruz de Tenglo, la que esta vez no se hará y se efectuará, a las 17 horas, al campo de oración de la Casa Nazareth.

Para gloria del Salvador, que ofrendó su vida por la redención humana, y que es lo que por estos días se rememora, esta tradición se mantiene inalterable en el nivel local. Aunque, en el plano general, con el transcurrir del tiempo, un manto de frivolidad profana ha ido debilitando la participación en estos días sacros, que para muchos son hoy sinónimo de vacaciones.

Antaño, las expresiones de adhesión ciudadana a Semana Santa eran otras, más estrictas. El comercio cerraba en Viernes Santo. Estaba prohibido comer carne, escuchar música estridente y hasta hablar en voz alta. También había que vestir discretamente y en tonos oscuros, visitar los templos, tapar las imágenes religiosas con paños morados, evitar el vocabulario soez y mantener una actitud respetuosa hacia los símbolos de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, desde el Concilio Vaticano (1965) hubo una transformación universal en la Iglesia Católica. Llegó la flexibilidad. Las demostraciones de piedad dejaron de ser impositivas y se transformaron en voluntarias. La idea fue no prohibir, sino que voluntariamente privarse de algunas cosas para compartirlas con los más desvalidos en estos días santos, así como mantener una actitud de reflexión, austeridad, arrepentimiento y conversión.

Son recomendaciones que hoy siguen más vigentes que nunca como testimonio de reconocimiento a la infinita misericordia divina que -a través de la inmolación de cruz de Jesús- abrió al género humano la posibilidad de salvarse y resucitar también a la vida eterna como Él lo hizo al tercer día su muerte.

San Javier, campeón del cesto estudiantil Inauguran santuario de Santa Teresa en Maullín Extreman medidas para controlar virus ISA

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El representativo del Colegio San Francisco Javier se adjudicó el título de campeón del básquetbol estudiantil de Puerto Montt, al derrotaren la final al equipo de la Escuela Industrial, por 28 a 26 puntos. El tercer lugar fue para el Liceo porteño, que se impuso a Comercial por 40 a 28 puntos. El torneo se libró en el gimnasio jesuita.

Con una solemne misa celebrada por el arzobispo de Puerto Montt, monseñor bernardo Cazzaro Bertollo, fue inaugurado ayer el santuario de Santa Teresita de Los Andes en la vecina ciudad de Maullín, cuyo párroco el padre Nelson González, en su intervención, agradeció a quienes hicieron posible esta hermosa obra religiosa.

Se están extremando las medidas para controlar el foco de virus ISA, que está afectando a la salmonicultura. Las autoridades y los salmoneros están poniendo en práctica el protocolo que fue creado después de la crisis, al tiempo que también refuerzan la fiscalización. Hay conciencia que es un hito en el futuro de la industria.

¿Semana Santa?

"El recuerdo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús instan a justificar ese sublime sacrificio llevando una existencia digna de esa misericordia divina"

"Domingo de Ramos nos llama a acoger en la fe a Cristo como Rey de nuestras vidas"

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La Semana Santa es -al igual que Jesús- un "signo de contradicción": para muchos es ocasión de tropiezo y para otros muchos, de elevación. Tropiezo, porque no creen o se han alejado, aunque sienten la nostalgia de Dios. Prefieren no plantearse el problema, y aprovechan estos días para descanso, vacaciones, encuentro con la familia, lo que no está mal, pero es insuficiente, porque no hace justicia a Dios que nos ha amado tanto. Para otros, la Semana Santa es una posibilidad de reencontrarse con su fe, de volver al Señor y a los sacramentos de la confesión y la comunión.

La celebración del Domingo de Ramos de la Pasión del Señor (es su nombre completo) comprende a la vez, el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión. Son los dos aspectos contrastantes de esta celebración: la procesión, gozosa y festiva, aclamando con cantos y con los ramos benditos a Cristo Rey, y, luego, la lectura del drama de la Pasión del Señor, con sus humillaciones y atroz muerte por nosotros. Por la Pasión y la Cruz llegamos, con Cristo, a la gloria de su resurrección.

"Ramos" es el domingo en que asiste más gente a las iglesias, cada uno quiere llevar su ramito bendecido a la casa. Es la expresión de la piedad popular que quiere unirse a Cristo en su Pasión y anhela que El permanezca con nosotros en nuestro hogar y vida diaria.

Existe el peligro de la superstición, dándole un valor casi mágico al ramo bendecido que es sólo un "sacramental", o sea, un signo que nos remite a Cristo Rey y Señor, a quien queremos seguir y obedecer.

Lo que se celebra es la entrada "triunfal" de Cristo en Jerusalén, humilde y montado en un asno.

No es la imagen de un triunfador sino la de un rey carente de todo poder mundano, rodeado de los discípulos y de una multitud de gente sencilla que lo aclama como el Mesías descendiente del rey David: "Bendito el que viene en nombre del Señor". La gente extiende sus mantos por el camino para que pase el Señor y lo aclaman como el esperado del pueblo. La ciudad se conmovió y preguntaban: "¿Quién es éste?". Y la gente respondía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret, en Galilea".

El Domingo de Ramos nos llama a acoger en la fe a Cristo como Rey de nuestras vidas, vencedor del mal y de la muerte y colaborar con El, promoviendo su reinado de verdad, justicia, amor y paz.

Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.