Tras 11 años el Terminal de Buses de la ciudad aún no se concluye, lo que hace pensar en la conveniencia de su traslado.
Las deficiencias de planificación urbana, -sin mirada futurista ni previendo el connatural incremento demográfico y sus requerimientos colaterales para una capital regional estratégica como Puerto Montt-, suelen repercutir en problemáticas e inconfortables situaciones que le hacen mucho daño al buen funcionamiento de la ciudad. Es el caso de la sobreprolongada construcción del Terminal Interprovincial de Buses en la Costanera y, lo que es más preocupante, en un lugar donde cada día se satura más y más el tránsito con el ajetreo de las grandes máquinas y sus pasajeros, al extremo de bordear el colapso, como así es reconocido en todo ámbito y también por legos y expertos en el tema.
Es evidente que este caótico tumor urbano -con una obra (rodoviario) que no llega a terminarse tras largos 11 años de lentísima construcción- ya resulta insoportable. Y se hace, por tanto, imperioso resolver al respecto, como, enhorabuena, ya lo han decidido las autoridades, que por estos días procurarán determinar sobre el destino del Terminal de Buses, en cuanto a la posibilidad de trasladarlo a las terrazas altas, dejando la actual infraestructura al servicio de los grandes cruceros marítimos internacionales, que cada vez van recalando en mayor cantidad en Puerto Montt.
Se trata, sin duda, de una acertada iniciativa que ha surgido principalmente en el Concejo Municipal, donde quien lo preside -el alcalde Gervoy Paredes- es rotundo partidario del cambio de sector -al alto- del rodoviario en comento. Y para lo cual se está viendo comenzar por hacer un estudio previo con los ministerios de Transporte y Desarrollo Social, a fin de dar el paso sobre una sólida base.
Cabe consignar, que hace algunos decenios existía en Puerto Montt la idea de que lo más conveniente era construir el Terminal de Buses en la parte alta de la ciudad, pero acabó por imponerse la propuesta de la Costanera para dicho recinto, con los calamitosos resultados hoy ya conocidos y sufridos.
Los puertomontinos, que son los que más padecen con el congestionado tránsito en la zona del terminal, entre otras falencias que emanan de su interminable construcción, anhelan una pronta, apropiada y digna solución para la capital regional.