Tras el fatal atropello de un pedalero en la carretera, resurge con más potencia el clamor de un velódromo para el ciclismo.
La consuetudinaria falencia infraestructural deportiva no sólo es causante de nuestro atraso en materia de desarrollo y de mejores resultados en el ámbito de la cultura física, sino que, a veces, lamentablemente, suele provocar indirectamente tragedias como la sufrida por el esforzado deportista del ciclismo y profesor de Educación Física, Sergio Andrade Cárdenas, quien falleció al ser embestido por un camión mientras se ejercitaba en la Ruta 5 Sur, la noche del 25 reciente, para competir en la corrida de la Semana Santa.
Es el momento de reconocer que los ciclistas locales -al no contar con un velódromo- no tienen desde hace mucho tiempo donde realizar sus entrenamientos normalmente y con la debida seguridad. Carencia que los obliga a salir a adiestrarse a los caminos y rutas aledañas, exponiéndose a serios riesgos de accidentes como el que acaba de ocurrir y que le costara la vida en la carretera al querido y ejemplar deportista, cuyo deceso ha enlutado al ciclismo sureño.
Son largos años, que se vienen escuchando los clamores de un velódromo de parte de los perseverantes cultores del deporte del ciclismo, por ejemplo, de Puerto Montt. Pedaleros que, por lo demás, son los que mayores satisfacciones y honores le han brindado a la capital regional en el plano nacional e internacional. Incluso, con algunos de sus jóvenes ciclistas que integran importantes clubes europeos y con promisorios rendimientos.
Sin embargo, no obstante todos los justificados merecimientos que hace esta pujante disciplina deportiva porteña, -consabidas promesas y buenas intenciones de por medio-, no se ha logrado siquiera atisbar una posibilidad concreta de que el soñado escenario destinado a las actividades de los ciclistas locales, llegue a materializarse.
Esta capital de la Región de Los Lagos tiene que ser leal con sus deportistas y saber reconocer, sobre todo, a aquellos que tanto lo prestigian como los ciclistas. Los mismos que, a pesar de las carencias y sacrificios, se entregan enteros en las grandes y pequeñas lides, siempre dispuestos a engrandecer el buen nombre de Puerto Montt.
El anhelado velódromo, el día que sea una realidad, hará justicia con quienes tanto lo merecen.