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Otro polo para el desarrollo local

El sector de La Vara emerge, vigoroso, como otro bastión clave que fortalecer para que se sume al progreso en marcha.

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Enclavada entre Puerto Montt y Alerce, la localidad de La Vara hasta hace pocos años era conocida sólo por ser un cruce en la línea ferroviaria y luego como causante en gran parte de las congestiones vehiculares en la ruta Alerce-Puerto Montt.

Sin embargo, muchísimo más que eso, La Vara es -ahora- un núcleo poblacional donde desemboca todo el quehacer económico que palpita hacia el oriente, especialmente en las vías de penetración denominadas Senda Sur y Senda Central, en cuyos entornos existen terrenos aptos para la pequeña ganadería y agricultura, que en las últimas décadas se ha ido incrementando para aportar una surtida gama de productos agropecuarios destinados al consumo de los habitantes de Alerce y de Puerto Montt, principalmente.

Esta actividad social y económica ha multiplicado la cantidad de establecimientos que en La Vara se encuentran entregando variados servicios. Con ello se han visto surgir barrios poblacionales, colegios y escuelas, restaurantes, estaciones de servicios vehiculares, cementerio, oficinas de empresas pesqueras y de otra índole, fábricas de elementos para la construcción, talleres de reparaciones y muchos otros que, en definitiva, están transformando a La Vara en un importante núcleo poblacional.

No obstante, en forma paralela al incremento de la oferta de servicios, aumentó el requerimiento en la demanda de ellos. Lo que ha dejado en evidencia las necesidades no sólo de servicios básicos, sino también de aquellos que se encuentran asociados a una mejor calidad de vida, como son las áreas verdes, los campos deportivos, los espacios artísticos-culturales y otros, que con urgencia ameritan ser proporcionados por el siempre imprescindible y vital impulso público-privado.

Ya es hora que La Vara deje de considerarse como un apéndice más de la metrópoli regional. Y antes de que la absorba, sin pena ni gloria, la conurbación que la amenaza, debe ser encaminada hacia su natural desarrollo orgánico mediante una apropiada y oportuna planificación. Tarea a la que también debieran abocarse las nuevas autoridades regionales y locales.