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El doble discurso en política

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En los últimos días hemos sido testigos de múltiples declaraciones de diversos personeros políticos a raíz del nombramiento de autoridades del nuevo Gobierno y en especial en lo relativo a la situación que afectó a la ex gobernadora de Chiloé, Claudia Placencio. Independiente de los cuestionamientos que esperamos en algún momento se aclaren debidamente para llegar a la verdad objetiva, llama la atención la virulencia con que dichos personeros la atacaron, sin miramientos de ninguna especie, una suerte de linchamiento de una turba en pleno siglo XXI, en una sociedad que se vanagloria de profesar los principios del Cristianismo pero cuyos actores se ensañan con el prójimo olvidándose que en "amar al prójimo como a ti mismo" está en la esencia de dichos principios que comparto plenamente.

Pero lo que no se puede tolerar en política es el doble discurso, el olvidarse que se tiene tejado de vidrio y pontificar ensañándose con el prójimo. Al leer las declaraciones de la diputada de la UDI, Marisol Turres, en torno a este tema, uno no entiende cómo puede predicar determinados valores cuando hace algunos años ella misma fue cuestionada por tener contratado a su esposo en la planilla de sus asesores en la Cámara de Diputados, pagado con los dineros de todos los chilenos, situación que terminó de corregirse para todos los honorables parlamentarios cuando la propia cámara prohibió dichas prácticas. Podría dar más ejemplos porque no sólo los de la vereda de enfrente caen en dichas prácticas, duele ver la poca humanidad y consecuencia en las propias filas de la Nueva Mayoría, duele constatar que se olvide que en el pasado también se cometieron injusticias y otros graves errores, que se echaron abajo autoridades por los juegos de poder que se dan en todas las coaliciones sin miramientos de ninguna especie.

Para la gran mayoría puede que esté justificado lo que ocurrió en Chiloé, pero no puedo estar de acuerdo con el doble discurso.