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La seguridad de sus familias preocupa a venezolanos residentes en la zona

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Macarena Gallegos Saravia

Zoraida Silva llegó a Chile hace más de 4 años con la idea de buscar una vida mejor que la que tenía en Venezuela, país que se encuentra dividido a favor y en contra del gobierno chavista de Nicolás Maduro.

La falta de abastecimiento, las protestas contra el gobierno, atentados contra la libertad de expresión y represión sobretodo de estudiantes que participan de manifestaciones, son parte del día a día en Venezuela.

Lo anterior es corroborado por Zoraida. "Se vive una situación crítica, no hay productos para comprar, no hay medicamentos ni leche para los bebés. En mi país se vive la represión, es un fiel retrato de Cuba", asegura.

En cuanto a los medios de comunicación, esta venezolana residente en Chile señala que no se informa nada a través de la televisión y que sólo hay que informarse por internet o con los familiares que están allá, a pesar de que evitan hablar de política.

"Yo no tengo ningún color político, sólo soy de Venezuela y me preocupo por mi familia que quedó allá", reiteró.

Situación similar es la que vive Patricia Mendoza, quien se casó con un chileno. Reside actualmente en Osorno y dejó a su familia en Venezuela. "Es muy difícil que mi hija venga porque es complejo legalizar los documentos para trabajar", subraya.

La libertad de expresión es algo que -según estas venezolanas- allá no existe. "Mis hijas no saben qué es lo que pasa, no tienen idea de nada", anota.

Patricia asegura que el ambiente político en su país es preocupante: les cortan el internet y a veces la luz. "Mi hija me cuenta que les venden un pan por persona, no consiguen harina, ni aceite, ni mantequilla, incluso los medicamentos son difíciles de comprar", dice.

La inseguridad es otro tema que preocupa a Patricia: "A mi hija la hicieron detener su coche unos motoristas y con armas la amenazaron para que entregara sus cosas" y a lo que agrega que "mi otra hija participó de una manifestación y tuvieron que correr porque comenzaron a disparar y ella vio cuando cayó uno de los estudiantes que iba detrás de ella".

En cuanto a los muertos y heridos, Zoraida Silva cuenta acerca de los homicidios de sacerdotes y violaciones a los jóvenes. "Acaban de asesinar a varios sacerdotes y violan a los detenidos con las mismas armas de guerra", asegura.

"El gobierno de Maduro es totalitario, controlan todo a través de leyes que imponen cuando les conviene; aún no puedo traer a mi familia porque es muy caro, pero les envío lo que puedo", revela.

Una visión algo distinta es la que tiene Lilian Díaz, de Puerto Montt, quien estuvo de vacaciones hace algunas semanas en Venezuela. Su hermana de 27 años se encuentra viviendo allá y por supuesto la intención era visitarla.

Si bien Lilian reconoce que en el ambiente se siente que algo va a suceder, la vida es menos hostil de lo que ella creía antes de ir. De todas formas, tanto ella como su familia están preocupadas por la seguridad de su hermana y quieren que pronto cambie de país.

"Me quedé en la casa de una chilena que vive hace 30 años allá y es bien chavista. Yo no vi un terror generalizado en la población, hay desabastecimiento, empresas han cerrado y la moneda está desvalorizada, pero yo no vi terror en la gente", sostiene Lilian. Si bien tenía como objetivo conocer y descansar, pudo observar algo de la vida cotidiana en Venezuela. "Maduro sale todos los días por cadena nacional, difundiendo que los burgueses acaparan los productos y que esa es la razón de la falta de alimentos. Siempre informaban que se encontraban grandes cantidades de comida escondida, parecían montajes, es verdad que hay gente que acapara cosas pero era mucha coincidencia que justo las encontraran cuando salía el presidente", reflexiona.

En cuanto a la difusión de la información a través de los medios, Lilian opina que está inflada. "Yo no vi un estado de guerra y eso es lo que los medios nos muestran", y añade que la gente no se está disparando en las calles como muestran las noticias.

"Uno se queda con la duda de quién está mintiendo, no vi un ambiente de terror. Sí hay represión, pero como en cualquier otra protesta", aduce.

En términos económicos, recomienda Lilian que es muy bueno viajar a Venezuela, porque es barato; aunque para comprar hay pocas cosas en las tiendas y muchas de ellas, estadounidenses, han cerrado porque no están permitidas.

Además, agrega que la gente trabaja de buena forma el turismo sólo en localidades pequeñas y con playa, donde hay más extranjeros vacacionando o viviendo. "La gente no es amable, pero me imagino que debe ser por el ambiente en el que viven", considera.

Luego de 21 días recorriendo, Lilian, a pesar de haber mantenido una buena imagen del país dentro de lo posible durante su estadía, cuenta que ya los últimos días las protestas aumentaron y ella ya ansiaba regresarse a Chile.