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El maestro austríaco que se enamoró del sur trae la magia de la ópera a Frutillar

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Nicolás Binder Igor

Más de alguna vez pisó los más importantes escenarios del planeta. La Scala de Milán, o el Metropolitan de Nueva York, fueron algunos de los recintos que como Papageno, el personaje de la ópera "La flauta mágica" de Mozart, el austríaco Christian Boesch se dio a conocer alrededor de todo el mundo.

Hoy, a sus 72 años, retirado del canto, pero con el cargo de régisseur (director de escena), el maestro regresa a Frutillar luego de dos años, para volver a dirigir la misma ópera de Mozart con la que él mismo se hiciera conocido.

La obra se presentará este viernes 17 y sábado 18 de enero a las 19 horas ambas funciones, con el objetivo de repetir el éxito logrado en su estreno hace dos años en el mismo escenario.

La producción está compuesta por un elenco con cantantes nacionales e internacionales. Además, participarán la Orquesta de Cámara de Valdivia, el Coro de la Universidad Austral de Chile y el Coro Polifónico Papageno, bajo la dirección musical de Pedro-Pablo Prudencio.

Para Boesch, que es un conocedor del Teatro del Lago, y también conocedor de los mejores escenarios de ópera del mundo, "este teatro es un milagro para mí. Al fin, en el fin del mundo, hay un ópera standard internacional. No hay (un teatro) en América del sur con esta perfección. Y hacer una obra como 'La flauta mágica' es un gran desafío. Yo viví toda mi vida en este ambiente y ahora puedo juntar toda mi experiencia", afirma el ex barítono.

Pero Christian Boesch no viajó desde Austria para presentar la ópera de Mozart en Frutillar. El ex cantante lírico lleva 17 años radicado en Chile, específicamente en su fundo en Panguipulli (provincia de Valdivia), cerca del lago Calafquén.

El austríaco cuenta que una vez vino a Chile a presentarse en el Teatro Municipal de Santiago, en 1982, y un día arrendó un auto con el cuál recorrió el sur de nuestro país, hasta Puerto Montt. Y fue nuestro sur del que se enamoró. "Llamé a a mi familia diciendo que no tenía claro cuándo, pero sí tenía muy claro dónde. Yo creo que la decisión más inteligente de mi vida fue cambiar mi vida al sur de Chile", asegura Boesch.

El régisseur compró su fundo en 1988, y desde hace 17 vive ahí como agricultor, luego de retirarse profesionalmente del canto lírico.

A pesar de retirarse del circuito de la ópera, con su llegada a nuestro país Boesch no dejó la música a un lado. Luego de años viviendo entre lagos, un día decidió empezar con un pequeño proyecto de enseñanza musical en una escuela de Villarica a niños de básica. Primero fueron dos profesores y 12 alumnos.

Hoy, luego de diez años, 27 profesores y más de 600 alumnos de básica en 30 escuelas de sectores como Panguipulli, Choshuenco, Neltume y Coñaripe son parte del programa de la escuela de música Papageno. "Son pueblos muy chicos. Por ejemplo en Trafún no tienen luz, no tienen Internet, pero dos veces a la semana va un excelente profesor para hacer clases de música", cuenta el maestro.

Aunque el crecimiento es impresionante, Boesch tiene el sueño de llegar a 300 escuelas rurales.

"Yo no quiero producir músicos. Yo quiero desarrollar y emparejar la cancha de aterrizaje para todos. Todos los niños tienen un talento, y eso hay que desarrollarlo. Y la música ayuda", asegura el Papageno del sur de Chile.