A la familia UDI
Concluida la elección parlamentaria con los resultados por todos conocidos y con el ánimo de hacer un aporte al análisis que necesariamente debemos realizar, he creído conveniente compartir algunas reflexiones y miradas en torno a lo que nos ocurrió en este proceso eleccionario, especialmente en los comicios parlamentarios. Me motiva una visión personal, pero más que aquello la opinión recogida entre muchos militantes, que observan con desencanto que una historia oscura pasa frente a nosotros y que es necesario que un golpe de timón haga que este barco, que carga los anhelos y esperanzas de nuestro pueblo, retome su rumbo.
Y lo hago, luego de escuchar con atención a nuestros dirigentes exponiendo argumentos para soslayar o minimizar la gran derrota electoral del pasado domingo 17 de noviembre. De que es valioso el triunfo de Jaqueline Van Rysselberghe, que rompió el doblaje en la Octava Región Costa, qué duda cabe. Que fue una victoria grandiosa la obtenida por Iván Moreira en la Región de Los Lagos, luego de luchar contra el viento y la marea y demostrar que los méritos personales, la consecuencia y la entrega aún son elementos valorados por el electorado, también es verdad. Pero, duele el alma entregar los 2 escaños senatoriales en la Metropolitana y para qué decir haber perdidos 12 de diputados en ejercicio. Lo advertí hace un par de meses en un Consejo General, cuando hablé de las malas decisiones que estaban adoptando algunos de nuestros dirigentes y lo lejano que estábamos de las bases. En esa oportunidad dije que a nuestra militancia se le faltaba el respeto y que para ser candidato, más que una trayectoria impecable al servicio de nuestros ideales, prevalecían los proyectos personales, los padrinos y las componendas a puertas cerradas. Por estas opiniones fui duramente criticado y más de algún recado recibí en el sentido que de persistir en mi actitud, mi destino inexorable era, ni más ni menos, el Tribunal Supremo. Hoy pienso igual que ese día y como no me amilanan los recados, lo reitero con la modestia de un militante, pero con la fuerza de la convicción. Me gustaría haberme equivocado, pero lamentablemente el tiempo y los hechos me dieron la razón. El fracaso que hoy tenemos frente a nuestros ojos no es fruto de la fuerza de nuestros adversarios; es la resultante de nuestras propias incapacidades y es la consecuencia de un trabajo mal realizado. Sé la respuesta que me darás si te pregunto cuántas veces te convocaron a trabajar voluntariamente en la primera vuelta de la campaña presidencial: ¡NUNCA!
Y como mi crítica, que es política y no personal, sigue vigente lo manifestado en el último Consejo General, sobre la necesidad de realizar cambios en los estatutos del partido, insisto en lo que creo:
• El Secretario general no debe ser parlamentario y debe trabajar a jornada completa para la UDI. • Los parlamentarios no pueden integrar las directivas locales. Hay que terminar con los caciques y la exclusión. • La Comisión Electoral debe ser elegida al igual que la Comisión Política. Así terminaremos con los abusos de poder y daremos transparencia a las designaciones. • Que esa misma Comisión Electoral, ecuánime y transparente, distribuya a los candidatos los recursos para propaganda. Hoy esa tarea depende de una sola persona elevada, casi, a la categoría de semidiós todopoderoso. • Que en la designación de los candidatos a futuro, pese realmente la opinión de las directivas regionales y distritales.
De los momentos amargos de nuestras vidas, debemos sacar las grandes enseñanzas.
MARIO CONTRARAS SILVA. Consejero Nacional UDI.
Fallo por tsunami
Habría sido más adecuado y republicano si la sala de la Corte Suprema, encabezada por su actual presidente ministro Sergio Muñoz, hubiera dictado el fallo condenando al fisco con indemnización a favor de víctima del tsunami antes de las elecciones presidenciales y no cuatro días después.
MIGUEL HUERTA MARÍN.
Felicitaciones
Mis felicitaciones por los artículos publicados los domingos, en los cuales se recuerda a familias de puertomontinos y en ocasiones los edificios antiguos, lo que hace rememorar al Puerto Montt que conocí a mi llegada el año 1959 a trabajar como el primer cirujano especializado mediante beca en el Hospital del Salvador en Santiago. Puerto Montt en se entonces con algo mas de 45.000 habitantes y con pavimento entre Copiapo y Cauquenes, en ese tiempo los nombraban desde el Colegio Aleman hasta la cuesta de los Brahm, por la ubicación de estos edificios. La evolución de Puerto Montt hacia una ciudad moderna ha dejado atrás muchos edificios y recuerdos, que con esas crónicas reviven en la memoria de quien los lee. Vayan mis felicitacioes y los deseos de que se sigan haciendo estos recuerdos, tanto de la ciudad como de las familias que influyeron en su desarrollo.
Dr. JORGE PAVEZ PUGA.