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Michelle Bachelet: "Tengo un criterio de realidad brutal"

perfil. La ex Presidenta ha hecho una carrera como dirigenta, funcionaria pública, ministra y Presidenta. A lo largo de todo ese tiempo, ha cultivado un estrecho grupo de colaboradores, con quienes discute sus decisiones claves.
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"No es justo ni es cierto que sea super desconfiada como dicen. Yo no soy desconfiada, lo que sí tengo es un criterio de realidad brutal", respondió hace un tiempo Verónica Michelle Bachelet Jeria en El Informante, de TVN, sobre el que, según advierten en su entorno, sería una de los principales rasgos de su personalidad.

La Mandataria electa se granjeó esa fama durante su primera Presidencia. Por más que suela estar rodeada de mucha gente y que varios de ellos intentan aparecer como "estrechos colaboradores", para tomar decisiones ella sólo lo consulta con un estrecho grupo de su total confianza. Entre ellos están su ex directora de Programación, María Angélica Alvarez, y su ex jefe de gabinete, Rodrigo Peñailillo.

Esa desconfianza se habría fortalecido con el que fue, probablemente, uno de los puntos más complejos de su administración anterior. Personas que conocieron los entretelones aseguran que ella siempre dudó de que estuvieran todas las condiciones para echar a andar el Transantiago de manera exitosa, pero se fió -aseguran- del juicio de los "técnicos", sus entonces ministros de Hacienda, Andrés Velasco, y de Transportes, Sergio Espejo, y desatendió la oposición del único político en esa mesa: Belisario Velasco.

Para entender ese rasgo de su personalidad hay que mirar su biografía. La ex Presidenta ha sentido en carne propia el efecto de la traición de personas e instituciones que ha amado.

Le sucedió con su padre, el general de la Fuerza Aérea Alberto Bachelet, muerto en 1974 tras meses de prisión y torturas luego del golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet. El general Bachelet había respaldado y participado en el Gobierno de Salvador Allende.

La orden de detención del padre de la Presidenta electa provino del propio comandante en jefe de la FACH, Gustavo Leigh, un amigo de siempre de "Beto", con quien hizo el servicio militar y a quien incluso recomendó para entrar a la oficialidad.

Hoy la muerte del general Bachelet es indagada por un ministro en visita.

También le ocurrió más tarde con quien era su novio, el joven dirigente socialista Jaime López, quien la visitó en su exilio en la Alemania Oriental. Según algunas biografías, él le habría confidenciado la posibilidad de quedarse en ese país, pues temía que lo detuvieran en su retorno. Bachelet lo instó a regresar para que cumpliera con su tarea en la oposición al régimen.

"Yo de ti no espero menos", le habría dicho ella, según afirman los autores del reeditado libro "Bachelet, la historia no oficial".

En 1975 López fue detenido por la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA). En el PS aseguran que tras someterlo a torturas, "él se convirtió en un traidor", sentencian las autoras del recién publicado texto "Hijas de General, la historia que cruza a Bachelet y Matthei".

Una de sus amigas, Gladys Espina, tiene una hipótesis sobre esta característica. "Yo creo que lo que la prensa llama desconfianza (en Michelle) no es desconfianza. Es saber que las personas, por buenas que sean, pueden fallar", comentó en el documental "La Hija del General", de María Elena Wood.

la política

Sus biografías coinciden en que en la casa de los Bachelet Jeria siempre se habló de política. Su madre, Angela, tenía opinión y cariño por el socialismo, y lo expresaba en una época en que no era habitual entre las mujeres y menos en la esposa de un militar. Su padre, Alberto, también mostraba una particular cercanía por las ideas de izquierda, aunque antes que todo era un "constitucionalista".

Michelle Bachelet abrazó la política cuando ingresó a estudiar Medicina a la Universidad de Chile, donde entró a las Juventudes Socialistas y comenzó a hacer un intensivo trabajo social y sanitario en poblaciones.

En ese proceso conoció a Camilo Escalona, un prometedor dirigente de la JJ.SS.

Tras el Golpe y la muerte de su padre, madre e hija fueron expulsadas del país en 1975 y partieron al exilio, primero a Australia y luego a Alemania Oriental. En 1979 ambas retornaron. Bachelet se abocó a terminar su carrera de Medicina y retomó la labor social y política en la clandestinidad. Su partido, el PS, estaba descabezado, con militantes muertos, torturados, exiliados e infiltrado.

CARRERA en democracia

Hasta 1992, Bachelet trabajó en la Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia, un organismo que se desempeñaba en el régimen militar en la atención de víctimas de violaciones a los derechos humanos. Ahí forjó un grupo que incluye a una de sus grandes amigas: la parvularia Estela Ortiz.

Ese año la médico ingresó al Servicio de Salud Metropolitano Occidente y luego al Conasida.

Con la llegada a la Presidencia de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (DC) en 1994, la subsecretaría de Salud fue asumida por el socialista Fernando Muñoz, quien recibió buenas recomendaciones sobre Bachelet y la integró a su staff.

En 1996 Frei sufrió la mayor paralización de los trabajadores de la salud y Bachelet fue llamada a negociar, esta vez con Alex Figueroa como ministro. También tuvo éxito.

Ese año sorprendió a su familia y al propio PS cuando solicitó autorización para cursar una beca en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE), del Ministerio de Defensa. Les explicó que ese reacercamiento al mundo militar tenía un fin "casi terapéutico". El aprendizaje que tuvo sería fundamental para su trayectoria.

Su disciplina partidaria tuvo una nueva muestra en 1996, cuando era miembro del comité central y aceptó la petición del PS para postular a la alcaldía de Las Condes contra Joaquín Lavín. El UDI obtuvo 77,76% y ella un 2,35%.

En 1999 Bachelet ya era asesora del Ministerio de Defensa. En ese rol el jefe de la cartera, Edmundo Pérez-Yoma, promovió una mesa de diálogo con los militares para recomponer las relaciones tras la detención de Pinochet en Londres. Pese al rechazo del PS a la iniciativa, ella jugó un rol político clave en su mantención.

En la campaña presidencial de Ricardo Lagos, Bachelet advirtió que su debilidad ante Lavín había sido el trabajo territorial, un área en la que ella se había desempeñado con bajo perfil y que estaba al mando de Carlos Montes.

En su aporte a la victoria de Lagos, según sus biógrafos, Bachelet pasó casi inadvertida para el candidato, mas no para su esposa, Luisa Durán.

Su labor en Chile 21 y el PS fueron claves para que Carlos Ominami la recomendara como ministra de Salud. Aunque no quería, dicen sus cercanos, su sentido del deber la obligó a aceptar el ofrecimiento.

De ahí, la carrera es conocida. Se hizo conocido y querida por parte de la ciudadanía, cariño que se incrementó cuando pasó a Defensa y el 2 de junio del 2002 un temporal golpeó a Santiago. La imagen de ella junto a militares sobre un anfibio Mowag tuvo un impacto insospechado. Tanto, que ese día se puso en carrera para ser Presidenta, superando incluso en una primaria a la declarada como favorita del Presidente, la canciller Soledad Alvear.

LA EMPATÍA

Bachelet dejó la Presidencia el 2010 con una popularidad histórica del 80%. Ni el Transantiago, ni la desaceleración de la economía a causa de la crisis subprime de Estados Unidos, ni el movimiento "pingüino" del 2006, ni el recrudecimiento de la violencia en La Araucanía o los errores en el manejo de la crisis desatada por el terremoto y tsunami del 27 de febrero del 2010 mellaron su empatía con parte importante de la ciudadanía.

Cuando tuvo la Primera Magistratura se mostraba cercana en el plano afectivo con la gente común y corriente, actitud que se acrecentaba cuando no estaban las cámaras de televisión presentes.

Reportes de prensa coinciden en que su alejamiento de Chile para asumir por más de dos años la jefatura del programa ONU Mujer llevó calma a su vida. Todos coinciden en que en Nueva York se reencontró con la tranquilidad que le brindaba el anonimato, que perdió cuando asumió el 2000 como ministra de Salud de Ricardo Lagos, y que comenzó a crecer exponencialmente cuando tomó la cartera de Defensa, que fue su catapulta el 2005 como carta presidencial.

El 2010, cuando ya se hablaba de un posible retorno al poder, ella aseveró que prefería el surgimiento de un nuevo liderazgo en la Concertación, algo que estimó que no ocurrió. Sus detractores le reprochan que su silencio sobre la posibilidad de repostularse fue una traba insalvable para cualquiera que intentara tomar la posta.

En marzo regresó a Chile y anunció su decisión. Sentía, dijo, que el país había cambiado y que las exigencias ciudadanas eran hoy mucho más coincidentes con su postura política, que no sería misma que adoptó en su primer período.

Desde ahí inició una campaña donde la prioridad fue el trabajo en terreno y los anuncios de transformaciones profundas, como una nueva Constitución, educación gratuita para todos, una reforma tributaria, la despenalización del aborto en tres tipos de casos, y el fortalecimiento de la sindicalización.