Jóvenes de la región y el país frente a la PSU
"Vencidas las aprensiones de priorizar la más óptima conectividad, no paren de hacerlo. Es la mejor inversión y camino para alcanzar las metas de progreso."Adecuada interrelación entre cerebro y corazón puede ser la forma de enfrentar etapa"
En pocos días más, 250 mil jóvenes rendirán la Prueba de Selección Universitaria la PSU. Jóvenes que dentro de algunos años ingresarán a un mercado laboral cada día más cambiante, competitivo y exigente. Una realidad que, desde ahora, ya empiezan a palpar.
A través de este medio envío un mensaje a esos niños ilusionados y a los mayores que, de una u otra forma, entregan a esos jóvenes educación, conocimientos, apoyo o trabajo.
Los llamo a recordar aquellas veces cuando niños se preguntaban qué querrían ser cuando grandes. Porque aunque parezca infantil, en los tiempos que vivimos esa frase adquiere una muy seria connotación. Hoy en día, cuando cada vez hay mayores formas de acceder a posgrados, magísteres, doctorados, la carrera o el oficio que uno elige a los 18 ó 19 años, se convierte sólo en el principio del camino laboral; camino que puede cambiar, mejorar o complementar en el tiempo.
Estamos al tanto de los índices, de las fluctuaciones, de los bits, pero ¿cuánto sabemos de nuestra vida afectiva y emocional? Parece que no mucho. Un resultado de ello es cuando exhibimos una gran torpeza en nuestras relaciones personales. No se deben desterrar las emociones y la afectividad del templo del saber...Dolor y torpeza nos afecta a todos, esta última es una de las cosas que están democráticamente mejor distribuidas en nuestra sociedad como la torpeza emocional. Ricos y pobres, iletrados y posgraduados, todos presentan igual nivel de irracionalidad afectiva y analfabetismo emocional. Cuántos estamos dispuestos a devolver un llamado telefónico, a conversar a escuchar a un amigo."Contamos nuestros bienes, pero no nuestras pasiones"...
Una adecuada interrelación entre el cerebro y el corazón puede ser la forma en cómo enfrentar esta etapa: saber respetar la individualidad, hacer de la diversidad una unidad, hacer de un grupo de trabajadores un equipo de trabajo, estimulando la dignidad humana entre las personas, sabiendo perdonar y pedir perdón, criticar, ayudar, neutralizar ofensas y humillaciones recibidas, armonizar conflictos, irradiar energía positiva y saber convivir.
Este grande y maravilloso desafío para su y nuestra generación, no se enseña por el momento en ninguna universidad de la región, el país o el extranjero. Hay que buscarlo dentro de nosotros mismos. Quizás en alguna(s) neurona(s) adormecida(s) en nuestro cerebro o quizás en nuestro propio corazón.