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Libro relata el poco conocido origen de la biología en Chile

Publicación. "Pioneros" reúne las historias de nueve científicos de que profesionalizaron la disciplina en el país a principios del siglo XX.
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Las trayectorias de nueve científicos que impulsaron la biología en Chile dan vida a "Pioneros", un libro que mezcla ciencia e historia para relatar los primeros años de esta disciplina en el país.

La publicación, escrita por Carolina Torrealba Ruiz-Tagle, PhD. en Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, plasma tres años de una investigación en la que la autora introduce al lector con antecedentes históricos de la biología en Chile y con la vida y obra de los responsables de instalar y profesionalizar, a partir de la década del 30, disciplinas como la neurociencia, la fisiología, la farmacología, la genética, la biología celular y la bioquímica.

Torrealba explica que el libro "es una investigación que comenzó hace tres años y que ve la luz en el marco de las celebraciones de los 15 años de la Fundación Ciencia & Vida. Es un momento en el cual la fundación mira su propia historia y quiere contribuir a nuestra comunidad con una revisión de las raíces de la biología, nuestra disciplina, en Chile. Creemos que las ciencias deben formar parte de nuestra identidad cultural y con ese objetivo en mente, "Pioneros", por medio de su escritura e imágenes, intenta capturar la atención no solamente del publico ligado a las ciencias, quiere permear más allá".

De esta forma, el libro cuenta las investigaciones en torno a la endocrinología experimental que realizó Alejandro Lipschütz. Este científico letón, que llegó en 1926 a la Universidad de Concepción, tenía unos cobayos castrados a los cuales les había trasplantado ovarios. Esos machos tenían mamas y producían leche y a la vez fecundaban a la hembra que engendraba progenie.

Para la autora, estos fueron experimentos que contribuyeron a comprender el rol de las hormonas sexuales.

Torrealba también destacó el trabajo de Héctor Croxatto, que a principios de los 50 publicó dos papers en la prestigiosa revista "Science" que describían el rol de péptidos en al regulación de la presión arterial. Aquellos experimentos fueron para muchos la demostración de que desde Chile, a pesar de la precaria condición de los primeros laboratorios, se podía hacer ciencia de calidad mundial.

Joaquín Luco, ya en la década del 60, hizo notables aportes en neurofisiología en los que de manera muy precursora (a nivel mundial) abordó experimentalmente los procesos de aprendizaje y memoria utilizando como modelo de estudio la cucaracha, de las que se abastecía en el cementerio. De estos trabajos, Luco publicó dos papers en "Science".

Antes de la década del 30, explica Torrealba, la gente que hacía investigación experimental en biología lo hacía en sus "tiempos libres" y se dedicaba principalmente al ejercicio médico o a la academia.

Hubo notables personajes en esta historia previa -que se abordan en el primer capítulo del libro-, como Vicente Izquierdo, Juan Noé, Francisco Hoffmann, Eduardo Cruz-Coke o Adeodato García Valenzuela, quienes fueron impulsores de la ciencia, pero el ambiente no les permitió realmente realizarla de manera profesional en Chile.

Aproximadamente a partir de 1960 comienza en Chile un intenso proceso de institucionalización científica en el cual se crearon las carreras de Bioquímica, facultades de Ciencias Biológicas, programas de doctorado y el CONICYT.

Previo a la aparición de estos pioneros, el libro destaca a Vicente Izquierdo (1850-1926), cuyo más reconocido aporte fue que haciendo experimentos con mariposas indujo la existencia de la feromonas, sustancias emitidas por las hembras en periodo de reproducción y que atrae a los machos.

El libro, de 331 páginas, fue publicado por la Editorial Ciencia & Vida y se produjo gracias al aporte del Gobierno a través de un Fondo del Libro del Consejo de la Cultura y las Artes.

Consolidación de una identidad nacional

Para Pablo Valenzuela, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas, este libro "rescata las ideas que gestó un puñado de científicos obstinados en hacer ciencia en un país que no la concebía en su espectro de actividades. Fueron pioneros cuyo impacto afectó a la sociedad entera". Añade que "con esfuerzos como éste se irá consolidando en Chile una identidad nacional que integre a los científicos en la constelación de imágenes y personajes que constituyen el ideario de la cultura del país".

Avistan mamífero en extinción: el "unicornio asiático" y se renuevan esperanzas de su recuperación

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Uno de los mamíferos más raros y amenazados del planeta fue fotografiado en Vietnam por primera vez en 15 años, renovando las esperanzas de recuperación de la especie, anunció un grupo internacional de conservación.

El saola, una especie de bovino con cuernos largos, fue captado por una cámara en la zona central de Vietnam en septiembre, informó ayer el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en un comunicado.

"Es un descubrimiento histórico y renueva nuestras esperanzas de que la especie se recupere", dijo Van Ngoc Thinh, director del WWF en Vietnam.

El animal fue descubierto en una zona remota de las montañas de Vietnam cerca de la frontera con Laos en 1992, cuando un equipo conjunto del WWF el servicio de parques de Vietnam encontraron un cráneo con cuernos poco comunes en la vivienda de un cazador, que resultó ser el primer mamífero grande nuevo para la ciencia en más de 50 años, según el WWF.

La última vez que se vio un saola en Vietnam fue en 1998, según Dang Dinh Nguyen, director de la reserva nacional del saola en la provincia central de Quang Nam. En la zona donde se fotografió al saola el WWF contrató a guardaparques de comunidades locales para eliminar las trampas y controlar la caza ilegal, las mayores amenazas a la supervivencia del animal. Las trampas se colocan para capturar a otros animales, como el ciervos y el civet, muy apreciados en el país.

Veinte años después de su descubrimiento, no se conoce mucho sobre el saola y la dificultad en detectarlo ha evitado que los científicos puedan ofrecer un estimado preciso de su población. En el mejor de los casos, no deben ser más de unos cuantos cientos, y quizás sólo unas docenas sobreviven en los remotos y densos bosques a lo largo de la frontera con Laos, dijo el WWF.