Rosa Caipichún crió desde pequeño a Antonio Orel Loncón (21). Vivía con él, su marido y otro nieto, que también resultó gravemente herido en las Fiestas Patrias.

La mujer aún no asimila la muerte de su querido nieto y sólo espera que se aplique una condena ejemplificadora para el homicida. "Soy su abuelita, aquí nació y lo crecí desde chiquitito. Tengo una pena enorme dentro de mi corazón. Él trabajaba en la empresa Aguas Claras de Calbuco y salía a jugar acá en la cancha de Peñasmó, y ese día fue la primera vez que iba a una fiesta. Está bien que hubieran peleado, pero no para que le quiten la vida", dice.

Una tía de la víctima recuerda que "mi sobrino conversaba que había unos niños de Daitao que siempre lo molestaban, desde que empezaron a jugar a la pelota hace como un año. Había un amigo de mi otro sobrino que venía para acá y dejó de venir, ya que los de Daitao le habían pegado. Ese día (del homicidio) habían tomado recién una sola cerveza y después llegaron los otros, se sentaron y los llamaron a pelear afuera. Mi otro nieto casi se murió, porque también lo atacaron. Por 10 minutos nos dijo el doctor que llegó a tiempo".

Hace poco, Antonio compró una camioneta y ayudaba económicamente a sus abuelos. Su rutina diaria era ir a trabajar y jugar en la cancha que se encuentra frente a su casa, evitaba los torneos, cuenta su abuela.

Según el mayor Juan Mena, este asesinato fue un hecho aislado. "Hace un año que no registrábamos un homicidio en la comuna, el último era el crimen del marino ucraniano. La gente dice que estos dos jóvenes, víctima y victimario, jugaban en clubes deportivos distintos, uno era de Peñasmó y el otro de Daitao. Ese día se encontraron y a raíz de una rencilla anterior tuvieron un altercado que terminó en estas lamentables consecuencias", puntualizó el oficial.

El homicidio terminó con la detención de Marcelo Mansilla Huirimilla (23), quien fue formalizado y quedó en prisión preventiva.