Cada 18 de septiembre que llega a nuestras vidas aquí en la provincia de Llanquihue y en toda la Patria, se yergue como una sublime oportunidad para expresar y renovar nuestro más profundo amor a Chile, junto con reiterar también nuestra más honda gratitud a Dios por el fértil y edénico terruño con que ha bendecido y privilegiado a sus habitantes.
Es tiempo, sobre todo, para asumir la firme decisión de restablecer las confianzas entre los chilenos, seriamente debilitadas tras los nefastos episodios recientemente recordados y que no se han sabido restablecer con el paso de los años, haciéndolas todavía más irrecuperables a fuerza de egoísmos y odiosidades que no hacen más que encadenar los buenos sentimientos del corazón. En circunstancias que es fundamental reconstruir la confianza mutua, para poder emprender desde esa sólida y potente base la edificación del entendimiento y reconciliación nacional.
Los chilenos necesitan confiar los unos en los otros. Ser especialmente generosos de dar esta confianza y, particularmente, muy dignos de recibirla y valorizarla. Urge elaborar estas confianzas con sincera honestidad, a sabiendas que, junto al amor, la viga maestra del desarrollo espiritual y material es precisamente la confianza que se va tejiendo individual y colectivamente. Si yo confío en ti y tú en mí, nos desarrollamos mejor. Porque se crea un ambiente de equilibrio, de paz, de comprensión, de creciente solidaridad. La confianza es sinónimo de consideración y afecto, de estímulo a la superación, de serena fe en lo que se está haciendo y en los objetivos que se persiguen. Y el resultado es una vida más digna y mejor. En cambio, la desconfianza es lo contrario. Es amargura, resentimiento, negativismo. No avanzo ni avanzas. No progresamos. Sólo hay frustración.
A partir de este señero 18, procuremos consolidar férreamente nuestra soberanía, libertad y democracia -nuestros más preciados tesoros de desarrollo- sobre esos pilares indestructibles que son la confianza, fundada en la transparencia y la honestidad, y en el amor a Chile y a nuestros compatriotas, forjado en el esfuerzo conjunto, generoso y solidario. Así como nos liberamos hace dos siglos, rompamos las cadenas de la esclavitud de la desconfianza y la desunión. Y seremos libres de verdad.