Educar sobre las enfermedades de salud mental, es clave para su tratamiento y también para prevenir situaciones aún más difíciles, como la tendencia al suicidio. Así lo afirmó el psiquiatra del Servicio de Salud Del Reloncaví, Franco Cid, en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.
Ésta es una preocupación en que el sistema público de salud se encuentra trabajando a través de los establecimientos como hospitales, Cesfam, Sapus, Samu, entre otros, pero -según explica el especialista- también es necesario abordarlo en otros niveles.
"Se debe intervenir en lugares como pasarelas o edificios de altura, para evitar que las personas lleguen ahí; se pueden generar protocolos de emergencia para que las personas puedan pedir ayuda, se puede capacitar a las juntas de vecinos, profesores, carabineros, entre otros, para acoger a personas que estén pasando por un mal momento. La educación es indispensable para prevenir", aseguró.
Un 80% de las personas que cometen suicido está desarrollando una patología de salud mental, como depresión o trastorno del ánimo; por lo tanto, es importante intervenir. En otras oportunidades son personas pasando por crisis económicas, conyugales, consumo problemático de sustancias.
En ese contexto, señala el profesional, es importante preocuparse de los adolescentes, ya que a nivel nacional el suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y 29 años. Para ello, es importante conocer los síntomas.
"La persona afectada realiza verbalizaciones acerca de no querer seguir viviendo, que no quiere despertar, que quiere descansar para siempre, se aisla y se ve decaído. Otras características son retraimiento, pesimismo, poca proyección de futuro, llanto fácil, descuido del aseo personal y desconcentración. Cuando la tendencia es más avanzada, regalan sus bienes o dejan alguna carta. Esas son señales de alarma que indican que hay que buscar ayuda", puntualiza.
Agrega que los amigos o familiares de una persona afectada por una enfermedad de salud mental, pueden detectar el problema y acoger a la persona. Para ello, deben generar un espacio de conversación, preguntar, escuchar lo que el otro tiene que decir, sin juicios y luego pedir orientación con profesionales. "Eso puede cambiar el pronóstico de una persona", recalca.
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