El mes pasado se conmemoraron los 29 años desde que Chile ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño. Un aniversario que nos invita a reflexionar sobre la importancia de nuestro compromiso con el bienestar superior de la infancia en nuestro país. Sobre todo durante este gobierno, donde el Presidente Sebastián Piñera estableció como una prioridad el poner a los niños primeros en la fila.
Se trata de una hoja de ruta que surge de la convicción de que el Estado debe proteger y satisfacer todos los derechos de los niños, niñas y adolescentes y enfocarnos en la protección integral e interdisciplinaria de la infancia vulnerable.
En términos de esa protección, como Ministerio hemos tenido una experiencia que nos llena de orgullo. Se trata del Programa Mi Abogado, que tiene como propósito restituir el derecho de la infancia a vivir y desarrollarse en familia. El Programa otorga defensa jurídica especializada e interdisciplinaria para niños, niñas y adolescentes que por una medida de protección estén separados de sus familias nucleares, y que busca garantizar el respeto y ejercicio de sus derechos en todas las causas judiciales que los involucren.
Se trata de una iniciativa que pone al servicio de los niños, niñas y adolescentes a un trío de profesionales con dedicación exclusiva -en convenio con las Corporaciones de Asistencia Judicial- preservando su derecho a ser oídos, y buscando la mejor solución para sus situaciones particulares. Así, ellos están en constante contacto con su abogado, trabajador social y sicólogo, que se preocupan de resguardar su bienestar y encontrar las mejores alternativas para restaurar sus derechos vulnerados. Actualmente el programa está operativo en diez regiones del país y esperamos que a partir de 2020 logremos cobertura nacional, con las seis restantes. Además, si en 2018 se logró atender a un total de 2050 niños, en lo que va de 2019 ya se ha ayudado a más de 3700 y la meta es finalizar diciembre con más de 4500. Si bien estos números dan cuenta del cambio radical que hemos impulsado en el trato que damos a nuestros niños, niñas y jóvenes vulnerables, estamos conscientes de que la deuda con ellos no se extingue y que siempre estamos llamados a buscar nuevos y mejores caminos para que, ojalá, todos tengan la oportunidad de vivir vidas plenas y felices.
Amazonía: la "Tragedia de los Comunes"
La Amazonía se quema y el mundo se trenza en disputas políticas para apuntar a un responsable. El drama de la Amazonía no es otro que la clásica "Tragedia de los Comunes", es decir, una situación en la cual los individuos, motivados solo por lo personal y actuando independiente, pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido y limitado, aunque a ninguno de ellos, como individuos o en conjunto, les convenga que el recurso sea destruido.
Lo que subyace tras este drama, tan recurrente en la historia de la humanidad, es la permanente tensión entre dos valores fundamentales: libertad y responsabilidad.
En el drama de la Amazonía, libertad para hacer uso de sus recursos naturales como los bosques y el agua, pero sobre todo la tierra; y responsabilidad frente a la necesidad urgente del planeta de contar con un pulmón verde fundamental para absorber el carbono y mantener las corrientes atmosféricas de las cuales depende el ciclo de las precipitaciones de muchos países.
Pero mientras la "Tragedia de los Comunes" consume la Amazonía, nosotros, los pobladores de este planeta, sólo buscamos a quién apuntar con el dedo. Un enemigo al cual culpar de todos nuestros males y en quien descargar todo nuestro odio por las injusticias del mundo.
Y mientras este chivo expiatorio parece encarnarse en el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aparecen informaciones sobre un supuesto decreto del Presidente de Bolivia, Evo Morales, autorizando explícitamente una "quema controlada" en la Amazonía boliviana.
Pongamos un poco de sentido común -el menos común de los sentidos- y entendamos algo de Perogrullo: el problema de los incendios en la Amazonía no es un problema político... Es un asunto de subsistencia de la humanidad.
Y mientras resolvemos cómo solucionar la "Tragedia de los Bienes Comunes", cooperemos con acciones eficaces a superar la emergencia, más allá de las ideologías y la trinchera política.
Es simple: las palabras no apagan incendios y el mundo no subsistirá sin árboles.
Giovanni Calderón Bassi. Director Ejecutivo Agencia de Sustentabilidad y C. Climático.