El desastre del agua potable que ha sufrido la población de Osorno, de resonancia nacional, ha motivado -en justicia- a habitantes de la cercana y emblemática Isla Tenglo a hacer pública una carencia similar, de muchos años, que ellos deben padecer y enfrentar con gran esfuerzo y estoicismo, además de afrontar otras necesidades.
En carta enviada en El Llanquihue, se informa crudamente de ese drama en la isla. Y, luego, en terreno, los vecinos lo muestran, detallan y enfatizan en el reportaje publicado el sábado en nuestro matutino. Al cabo de lo cual, cuesta entender que haya tanto abandono para estos sufridos isleños, que estando tan cerca de un Puerto Montt en franco avance modernizador, no se les toma en cuenta.
Como tan espontánea y sabiamente, subrayase una residente, ante la falta de agua potable en Tenglo, ellos se abastecen "sólo por lo que cae del cielo y por lo que brota de la tierra". Lo que a estas alturas del paso de los años y el crecimiento, se agrava, por efectos de la contaminación ambiental y las basuras que, al no recogerse por el sistema, deben ser enterradas por los mismos lugareños. Lo que es un riesgo de polución para las aguas no potables.
Ese es un tema muy preocupante y, sin duda, prioritario, por el riesgo evidente que reviste para la salud de los tenglinos, que no por ser pocos, no existen, como reiteró uno de ellos.
El panorama de vida en Tenglo se ensombrece aún más y se ahonda su estado de abandono y descuido, si se consideran otras problemáticas relacionadas con la conectividad y el retiro de los residuos domiciliarios. Hay que hacer más expedito y mejor acondicionado el cruce del canal Tenglo para los isleños, más el apoyo de un sistema operativo en caso de emergencias nocturnas. Un enfermo grave, después de las 21 horas, carece de toda opción para acudir a la ciudad a un centro asistencial... Si a la isla Tenglo nunca la van integrar, como amerita, al gran turismo, al menos permitan que tengan una vida digna quienes hoy la habitan con tanto esfuerzo y sacrificio.