Apolo 11, 1969: cómo fue el último día de viaje antes de llegar a la Luna
50 AÑOS. Uno de los momentos más tensos ocurrió cuando la nave que llevaba a los astronautas se puso en órbita lunar, pasó por detrás del satélite y perdió contacto con la Tierra.
Hace 50 años, los primeros seres humanos que pisaron la Luna iban camino a una misión incierta. A bordo del Apolo 11, Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, recibían desde la sala de control en Houston un resumen de noticias de lo que ocurría en la Tierra, incluso las deportivas. El 17 de julio, por ejemplo, les dijeron que el vicepresidente de Estados Unidos, Spiro Agnew, había dicho que la idea de Estados Unidos era ubicar al hombre en Marte el año 2000. Ese mismo día, los astronautas realizaron la primera transmisión en colores desde una nave espacial, a 237 mil kilómetros de sus casas.
Ese 17 de julio los viajeros también realizaron una maniobra vital: probaron el motor para ingresar y salir de la órbita lunar. Completar la misión y regresar con vida a la Tierra era tan importante como la caminata en la Luna, y las probabilidades de éxito eran de 50%.
El 19 de julio, hace exactamente medio siglo, el Apolo 11 se puso en órbita alrededor de la Luna, pero antes de eso, a las 13.13 horas, pasó completamente por detrás de ella, sobre el llamado "lado oscuro", y perdió todo contacto, incluso el radial, con la Tierra. Ese trayecto permitió orbitar el satélite sin encender los motores.
A las 13.28 el cohete de propulsión principal de la nave, que nunca había sido probado en el espacio, se encendió y la velocidad comenzó a descender para que el Apolo 11 pudiera ser capturado por el campo gravitatorio lunar. Para convertir el viaje elíptico en una circunferencia casi perfecta, se encendió luego el segundo sistema propulsor, sin ningún inconveniente.
Sueño reparador
Ángel Zúñiga, enviado especial a Houston del diario español "La Vanguardia", reportó para su periódico el detalle de aquellas horas previas. Por supuesto que la preocupación principal de los tripulantes era el funcionamiento correcto de la nave y sus instrumentos, la mantención del curso y los cálculos para cuando el módulo Águila se desprendiera e iniciara el descenso hacia un punto del Mar de la Tranquilidad que tenía que ser calculado por Armstrong. "Por ahora el vuelo se desliza normalmente. Esta mañana, los tripulantes del Apolo 11 se han despertado después de un sueño reparador", escribió Zúñiga.
Desde el centro de control en la Tierra les avisaron que los motores estaban en perfectas condiciones y, estando a 15 mil kilómetros de la órbita lunar, avanzaban a una velocidad de 4.360 kilómetros por hora. El rumbo no hubo que corregirlo, según le comunicaron a Buzz Aldrin, y eso permitió que los viajeros pudieran dormir más de lo que tenían previsto. Entonces desde Houston, el encargado de comunicaciones de la misión, Bruce McClandles, le dijo a Armstrong que "el rendimiento del motor durante los dos encendidos realizados hasta ahora en esta misión ha sido el mismo que en las pruebas oficiales para decidir su aceptación".
Viendo constelaciones
Michael Collins, quien tendría que quedarse en la nave mientras sus compañeros descendían a la Luna, había aprovechado las horas previas para observar las estrellas. El periodista español reprodujo lo que relató cuando pudo ver varios cráteres de la Luna iluminados por la luz del Sol que reflejaba la Tierra, además del mismo astro brillando detrás del satélite: "El paisaje es tan insólito que infunde temor. Existe un aspecto tridimensional muy pronunciado, con la corona del Sol vista por detrás de la Luna, en la forma que se halla ahora. Me imagino que lo que le da este efecto tridimensional es el brillo de la Tierra". Collins después pediría comparar su ritmo cardíaco en el espacio con el que había tenido cuando se preparó. Fue el único que tuvo tics en los ojos antes de la misión y le preocupaba estar bien para la parte más difícil del viaje: el regreso, porque no era una opción quedar varados en la Luna.
Después, el mismo Armstrong describó el panorama que observaban a medida que se aproximaban a la superficie lunar y la luz del Sol iba quedando oculta: "Ahora vemos las estrellas de nuevo. Por primera vez en este viaje reconocemos las constelaciones".
En la parte final del viaje los astronautas hicieron una transmisión televisiva de una hora y 36 minutos en la que mostraron el interior del Águila. "El doctor Charles Berry, médico de los astronautas, vio la retransmisión y manifestó, como facultativo, que era la más importante para determinar el estado en que se hallan los pilotos espaciales. Añadió que la tripulación del Apolo 11 no ha informado que hubiera sufrido molestia ni dolencia durante el vuelo, ni que tampoco hubieran tomado medicina alguna, durmiendo mucho mejor de lo que esperaban", reportó en el diario Ángel Zúñiga.
Armstrong y Aldrin, además, informaron que ni la salida desde la base ni el acoplamiento que unió al módulo Águila con la nave de mando Columbia habían causado daños. Dependía absolutamente de ellos, a estas alturas, tomarse las cuatro horas previstas antes de comenzar la caminata lunar. Era Armstrong quien tenía que definir y comunicar la hora y el lugar exactos del descenso.
En sus despachos desde Houston, Zúñiga incluyó un momento casi fílmico de ese 19 de julio: "A la vista de todos los que estábamos contemplando la retransmisión por televisión, los astronautas pudieron advertir una arandela (golilla) que se había desprendido del Módulo Lunar y se hallaba flotando en el espacio. Uno de ellos, sacó el brazo y la agarró".