Hasta estos confines de Puerto Montt, el puerto llave hacia la Patagonia, llegó el devastador tsunami de la frustración nacional, que significó la inapelable derrota que acaba de sufrir la Selección Chilena ante la de Perú, por 3 goles a cero. Victoria que faculta al plantel del Rimac a dirimir la final de la Copa América ante el dueño de casa Brasil; mientras que Chile deberá enfrentar a Argentina por el tercer lugar de esa justa.
La primera conclusión que se saca de semejantes desilusiones es que no hay que exagerar ni confundir las cosas, cuando se trata de acontecimientos relacionados con el deporte, en este caso el fútbol. En sus escenarios no se va guerrear ni a agredir. Es un juego, destinado a competir hidalgamente en habilidades y capacidad de hacer goles. Y en un campeonato internacional, donde se cultiva el deporte para impulsar su esencia unificadora de los pueblos y naciones.
La otra lección del traspié futbolístico fue sentirse ya finalistas antes de tiempo, tanto la Roja como nosotros su hinchada, sin haber enfrentado todavía el escollo que significaba Perú, porque menospreciábamos su fútbol.
Aprendimos que en el deporte y en cualquier otra expresión de la vida, las metas no se logran mientras no se cumpla cada una de las etapas que se deben recorrer. Y que ese trayecto hay que hacerlo con mucha humildad.
Perú se impuso en buena lid. Con gran convicción, mística y disciplina, -con marca a presión y velocidad en el quite y el contragolpe-, anuló el fútbol asociado y eficaz que venía mostrando la Roja. Y, por cierto, con la decisiva contundencia de los goles, de lo que Chile careció y frente a un inspirado arquero -de admirable solvencia- como el peruano.
Pero, hay una imagen que reivindica esa frustrada soberbia, tras el percance futbolístico ante Perú: la actitud caballerosa, hidalga, noble y honesta, del capitán de la Selección Chilena, Gary Medel, quien felicitó uno a uno a los futbolistas peruanos, reconociendo así sus merecimientos. Esa grandeza humana chilena es el mejor consuelo y prueba de que -en verdad- el deporte une a los pueblos.