En la edición de ayer dimos cuenta de las conclusiones de un "Diálogo regional" que sostuvimos la semana recién pasada, a propósito del impacto en el turismo de la industria de cruceros. En la ocasión, repasamos cifras, que nos posicionan como el puerto con mayor número de recaladas del país, y como la verdadera puerta de entrada a la Patagonia; pergaminos que sin embargo nos obligan a mejorar lo que tenemos.
Evidentemente, tenemos la urgente necesidad de elevar el estándar del terminal portuario en el que recibimos a los turistas. No hay que olvidar que la mayoría de los cruceros recalan a la gira y desde ahí hay que trasladar a los turistas en pequeñas embarcaciones, para recibirlos luego en una carpa, que dista mucho de las instalaciones que poseen otros puertos en el mundo.
En ese sentido, cobra valor la propuesta de Empormontt, de trabajar con el Minvu en un proyecto que mejore esas condiciones, de manera que el puerto efectivamente se integre a la nueva costanera. Pero no hay que descuidar la propuesta municipal, de construir un puerto de cruceros en el sector de la caleta Pichi Pelluco, que se debe concebir como un proyecto integral, para que sea sustentable, y no sólo dependa de la temporada de recaladas, enre octubre y abril.
Más allá de eso, debemos ponernos de acuerdo en otros aspectos. Debemos potenciar el destino, diferenciando la oferta tanto para cruceros de alta gama y exclusivos, como para cruceros masivos; para ello, debemos tener alternativas de paquetes turísticos y construir un relato común que nos distinga. Ciertamente esta zona tiene múltiples relatos, pero da la impresión que no coincidimos en un par que nos permitan diferenciarnos; ni en uno transversal. Quizás los operadores turísticos tienen un discurso común, pero aquello debe internalizarlo también el ciudadano de a pie.
Mediante una alianza público-privada debemos ser capaces de ampliar los circuitos turísticos que ofrecemos, fortaleciendo nuestros aspectos identitarios, porque a la postre, esos aspectos serán los que marcarán la diferencia y transformarán a Puerto Montt en un destino único.
Y en aquel sentido, tampoco debiéramos descubrir la rueda: artesanía, arqueología y gastronomía, son los pilares de nuestra idiosincrasia, que sólo hay que fortalecer y relevar.