Correo
A propósito de frutas
En su respuesta a René Fuchslocher del día 27 de junio, Jorge Loncón vuelve a sus ataques personales demostrando, una vez más, su completa falta de argumentos no sólo con su delirante defensa del poeta y, como el mismo reconoce en una de sus obras, violador Pablo Neruda, sino también frente a un tema tan sensible como es el tipo de inmigración que queremos para Chile; respecto de la cual, más allá del sesgo ideológico, podemos sacar importantes lecciones del pasado tal y como argumenta muy bien el abogado Fuchslocher.
A este respecto, cabe señalar que tanto la inmigración descontrolada como la deconstrucción de la historia regional, son problemas serios, que debemos afrontar con altura de miras, si queremos mantener o conservar parte de nuestra identidad en un mundo cada vez más globalizado, a fin de tener algo real que heredar a las nuevas generaciones.
Lo anterior, más allá de trincheras ideológicas y de la pirotecnia expresada en piletas luminosas, grafitis, monumentos de cemento o banderas inventadas que no nos representan y que sólo desvían la atención respecto de la ineptitud de nuestras autoridades, con relación al evidente deterioro de nuestro patrimonio cultural (basta recorrer Angelmó y comprobar, por ejemplo, cómo la inmigración no regulada está haciendo desaparecer la artesanía tradicional chilota-Huilliche en lana). Patrimonio cultural que es una de las razones por la cual, más allá de nuestro origen español, huilliche, alemán u otro, nos sentimos auténticamente puertomontinos y principalmente chilenos.
HÉCTOR AGUILERA MAYORGA.
Identidad polémica
Últimamente he leído en estas páginas - una vez más - opiniones que ponen en duda, o refieren a un mítico tiempo pasado, la identidad de Puerto Montt. La primera de ellas es expresada por un investigador del Centro de Sistemas Públicos, quien reduce la identidad de nuestra ciudad a su aspecto externo, sesgo que he encontrado con bastante frecuencia, especialmente entre los arquitectos, y que concluye que la identidad es cosa del pasado y que ha desaparecido junto con los edificios y lanchas que ya no existen. La más reciente la encontré firmada por el señor René Fuchslocher, quien intenta polemizar - digo intenta ya que no lo logra - con uno de los más acuciosos y fecundos investigadores en historia local y afirma, en un debate acerca de la migración en el que él enjuicia negativamente los aspectos raciales de las oleadas humanas más recientes, que un examen crítico de la historia demográfica de nuestra ciudad lleva a "destruir la escasa identidad que nos va quedando"; es decir, una vez más la identidad es cosa del pasado y en este caso es una identidad racial.
Me parecen curiosas estas visiones tan parciales y reduccionistas, ya que el diccionario de nuestra lengua define Identidad en los siguientes términos: 1) Cualidad de idéntico. 2) Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. 3) Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás.
Lo primero que salta la vista es que el concepto de "conjunto" no parece ser comprendido por los citados columnistas, y lo segundo es la existencia tanto de una dimensión objetiva (rasgos) como de una subjetiva (conciencia). Esto es muy simple de entender si vemos como opera en la práctica .¿Cómo se identifica uno en la vida diaria? En una circunstancia formal, judicial, contractual, etc., uno lo hace simplemente con el "documento de identidad", pero en una situación informal, en una reunión social, a la hora de darse a conocer ante otra persona, uno no da su nombre y a continuación el número de RUN; tampoco uno hace una descripción "arquitectónica" de la propia persona (peso 69 Kg. mido 1,7 mt. y tengo pelo rizado, etc.) o se presenta diciendo "soy descendiente de croatas, de españoles, de zulúes" o lo que fuera. Lo habitual es que uno haga referencia a su actividad concreta ( soy profesor, o tripulante o empleado de comercio, etc.) destacando este componente del conjunto por sobre el resto, y en el caso de una colectividad opera el mismo principio. Es por esto que resultan tan curiosas esas opiniones que, como resultado de no querer ver la actividad práctica de nuestra ciudad, llegan a la conclusión de que la identidad no existe, y ocurre que Puerto Montt ostenta un sello reconocible y permanente de actividad económica, incluso desde antes de ser ciudad, nuestra ciudad ha sido "puerto y comercio" desde el principio de su historia y lo sigue siendo cada vez con más empuje. La nuestra debe ser una de las ciudades con una identidad más sólida y reconocible de todo el continente.
Finalmente, deseo señalar que tras la fachada de identidad racial asoma la cola la noción de "pureza racial", concepto que inspiró a una ideología muy en boga durante el Tercer Reich alemán y que llevó a la humanidad a una de sus mayores matanzas.
RENATO ALVARADO VIDAL.
Puerto-Puerto
¡Todos con Puerto Montt, en la 2° rueda, por el ascenso a Primera!
JOSÉ JARAMILLO TORRES.