Violencia escolar
La balacera protagonizada por un menor de edad, al interior de un colegio de la ciudad de Puerto Montt y que pudo costar la vida de una o más personas, no es un hecho aislado como algunos pretenden hacer creer, siendo coincidente con otros hechos de violencia ocurridos dentro y fuera de nuestro país.
Cabe preguntarse como sociedad, ¿cuál es la génesis de esta violencia generalizada y por qué tantos jóvenes parecen buscar, por esta vía, un camino de autodefinición personal y validación social?
Una respuesta que podría explicar lo anterior es lo que destaca un informe del Instituto de Investigación de las Políticas Públicas (IPPR) de Inglaterra, a raíz de los graves disturbios protagonizados por menores de edad el 2011, el cual señala que "detrás de los disturbios acaecidos en Londres, la mayoritaria proporción de hijos de familias monoparentales y hogares desestructurados, se encuentran entre los autores de los actos criminales acaecidos en los incidentes. De hecho, este factor ha sido mucho más relevante en la caracterización de los delincuentes que su origen social".
De esta forma y frente a la ceguera de nuestra clase política, más interesada en los votos y en legislar ideológicamente para determinadas minorías (desestimando el bien común), se estarían confirmando las numerosas advertencias que a este respecto y por diversas vías, han venido haciendo desde la promulgación de la Ley de Divorcio, numerosas organizaciones sociales, civiles y religiosas existentes en nuestro país, defensoras del matrimonio, como base principal de la familia.
Por lo anterior y en un momento en que, a instancias de agrupaciones que dicen representar a las denominadas minorías sexuales y abortistas, donde se discuten proyectos de Ley que siguen socavando y desnaturalizando la base social de la familia y relativizando la vida humana, es que hacemos un llamado a la responsabilidad legislativa de nuestros parlamentarios y a un empoderamiento civil que permita revertir este verdadero "colapso moral" impulsado desde hace décadas, y hoy con mayor fuerza, desde el MOVILH, ONU, UE y la UNICEF, cuyos reales efectos hoy empezamos a ver y padecer.
LIONEL ÁLVAREZ WESTERMAYER. ONG Padres Objetores Chile. Filial Puerto Montt.
Falló la sociedad
El caso de un estudiante en la ciudad de Puerto Montt, que ingresó con una máscara a un colegio y disparó en el cuello a otro alumno, refleja que la ficción o lo que ocurre en otras naciones, y que a veces vemos tan lejano, lamentablemente está ocurriendo y como sociedad no estamos ayudando mucho a evitarlo.
Actualmente, muchos de nuestros jóvenes han normalizado conductas violentas que aprenden a través de una sociedad que está cada vez más individualizada y donde el ritmo acelerado de vida deja cada vez menos tiempo para estar en familia y conversar con nuestros hijos.
Mucho se habla de que la comunicación es la base de una buena relación, pero para hacerla efectiva no basta con proponerlo, sino que es necesario llevarlo a la práctica y no sólo al interior de los hogares.
Como sociedad, como establecimientos educacionales y como país, debemos actuar para prevenir que más actos de violencia se desencadenen en establecimientos donde los jóvenes deben ir a aprender, a crecer como personas, a estar seguros y no donde los padres tengamos miedo de dejar a nuestros hijos sin saber qué les pueda pasar.
Sabemos que la prevención es clave en esto, pero ¿estamos realmente llevando a cabo acciones que eviten el bullying, acoso, la violencia escolar, de género, u otros actos vejatorios entre los estudiantes?
El Gobierno ha señalado la necesidad de revisar las mochilas de los jóvenes, como medida para evitar que estos ingresen armas a los colegios. Sin embargo, el tema de fondo debe ser evitar que a ese estudiante se le cruce la sola idea de ir armado y menos llevar a cabo un acto tan grave como atentar contra un compañero.
La familia es clave, pero no hagamos la vista gorda como sociedad.
En el mundo existen diversas herramientas que se están aplicando en los colegios para, además de enseñar las materias tradicionales, complementarlas con programas donde el aprendizaje social, ético y emocional ayuden a formar personas donde la preocupación por otro ser humano es clave, con una visión de un mundo más compasivo, en el cual todos podemos coexistir.
Ejemplos hay varios e incluso donde la meditación, yoga y prácticas ancestrales están siendo incorporadas a la malla curricular con un efecto positivo entre los alumnos.
A veces, es necesario ir más allá de las acciones tradicionales o comunes, para llegar a buen puerto y queda claro que la educación actual debe incluir ayudar a los estudiantes a cultivar el carácter y el discernimiento ético, y no solamente habilidades prácticas.
FERNANDO WILLIAMS. Coordinador SEE Learning en Chile.