Monumento a la Paz
En estos días, las autoridades han llamado a una consulta pública para que la gente 'común y corriente' emita su opinión acerca de qué le gustaría fuere tomado en cuenta al momento de proyectarse la remodelación de la costanera puertomontina. Nada más oportuno que pedir, una vez más, que esta vez sí se considere la construcción de un monumento, o una plaza A LA PAZ que lleve el nombre de Juan Pablo II, en el mismo lugar en que él estuvo en Puerto Montt el 4 de abril de 1987, oportunidad en que celebramos con sinigual regocijo su ingente trabajo mediador, cuyo resultado fue nada menos que la paz, al evitar el conflicto armado que estuvo a punto de desatarse el 21 de diciembre de 1978, entre Chile y Argentina, por la soberanía de las islas Picton, Lenox y Nueva, en el canal Beagle.
Quienes alguna vez habitamos en la agreste belleza de la Patagonia - sea Chilena o Argentina- conocemos a ciencia cierta la estrechez de los lazos familiares y fraternales que unen a los habitantes de ese vasto territorio, no desde hace poco tiempo, sino desde aquellos en que ahí las fronteras no existían, razón por la que aquel conflicto se habría traducido en una dolorosa e imperdonable guerra fratricida; y que sin embargo gracias a la mediación de Karol Wojtila se evitó que ocurriera para tranquilidad y confraternidad de las nuevas generaciones: un ejemplo que chilenos y argentinos dimos al mundo y que merece, por lo tanto, ser perpetuado, aunque sea por medio de un humilde parque o monumento, lo que no es mucho pedir atendida la grandeza de la obra ejecutada por el mediador.
SERGIO MILLAR SOTO.
Sobre identidad
Me asombra leer el artículo del día domingo, donde se habla de identidad regional, cuando se empeñan en borrar todo indicio y destruyen casas antiguas, plazas que eran hermosas, transforman calles y lo que encuentro más terrible es el cambio de nombre a calles, en especial Petorca, principal acceso a la ciudad y que supongo que sabían que el nombre se debía al Presidente Manuel Montt, creo yo más importante que el nombre actual.
CRISTIÁN CISTERNAS SUÁREZ.
Decencia
Hace unos años, acompañé a mi padre a una reunión política de su partido. Cerca de Maullín, lugar de difícil acceso y de camino rocoso en pleno invierno. En ese tiempo, él era director regional del Serviu; tenía a su disposición una Ranger de propiedad fiscal, aunque no viajamos en éste. Mi padre rentó una 4x4 (¡sólo para efecto de dicha reunión!). Yo le pregunté "por qué" y él me respondió "por decencia". A propósito de la polémica por el viaje a China, la réplica del Presidente Piñera me hace pensar como si mi viejo hubiese respondido ante la mirada crítica de los demás: "Sí, hice uso de un beneficio fiscal con fines personales, pero yo pagué la bencina". Al usufructo indebido de lo público se le dice corrupción. El tema no es sólo que el acceso al Estado sea sinónimo de privilegios, sino que haya una comunidad que así lo consienta y se conforme con saber (por lo menos) si la factura del almuerzo y del hotel corrió por cuenta de los hijos del "primer ciudadano" de nuestro país.
GONZALO GARCÍA. Antropólogo, Ciudad de México.
Gravamen a emprendimiento
Aprovechando la discusión del proyecto de reforma tributaria, considero que hay un elemento de modernización que podría incluirse y ser materia de análisis, si es que se pretende instaurar un sistema impositivo acorde a lo que requiere un país que pretende lograr el desarrollo económico. Es el caso del Impuesto de Timbres y Estampillas, que es un tributo que grava el documento o los actos que involucran una operación crediticia de dinero y que deben costear las personas naturales o jurídicas.
Existen argumentos que señalan que el objetivo de este tributo va en contra de la meta de alcanzar el desarrollo económico, el que se puede potenciar con la generación de más emprendimientos.
Esto, porque, por un lado, representa una baja recaudación impositiva -el fisco recibe de él menos del 1,5% del total recaudado entre todos los tributos, según diversos estudios- y, por el otro, desincentiva la creación de pymes y emprendimientos al cobrar un impuesto que la gran mayoría tiene dificultades para financiar al inicio del negocio. A ello, se suman las trabas de acceso al financiamiento que se les impone a estas empresas.
Cabe preguntarse si aún se justifica la aplicación de este gravamen, por sobre la capacidad de proveer empleo y generar riqueza que pueden otorgar las pymes. Debe existir una discusión, para corregir la desviación que produce este tributo.
JAVIER JAQUE LÓPEZ. Director Magíster en Tributación. Académico del Departamento de Control de Gestión de Información Universidad de Chile.