Las campanas echadas al vuelo el martes, -cual angustioso lamento-, desde la Catedral que tanto amó y desde donde ejerció importante parte de su admirable apostolado eclesiástico en Puerto Montt, anunciaron el fallecimiento y partida a la Casa del Padre, del apreciado sacerdote Leandro Serna Serna, cuya quebrantada salud, en los últimos meses, le impidió continuar su misión evangélica con el fervor que le inspiraba.
La verdad, es que el alma puertomontina no puede estar más entristecida. Ha perdido a su más preclaro líder espiritual y el mejor padre y amigo. Un noble religioso español, que dio su vida al servicio de Chile y los sureños, tras su llegada desde España con apenas 22 años de edad y dedicar 67 años de tarea pastoral en distintas parroquias de esta Arquidiócesis, además del vicariato adjunto y en una oportunidad la administración apostólica.
De profunda espiritualidad, sabiduría y grandeza humana, sus prédicas eran verdaderas lecciones de correcta vida en la fe y en el amor del prójimo. No temía llamar la atención con dureza, si era necesario. Franco, directo, de buen hablar, su acento hispano era inconfundible y desde el púlpito era el preferido por los fieles. El Padre Serna daba en el clavo y siempre tenía los mejores remedios evangélicos para las almas atribuladas y los más certeros consejos para quienes se lo pedían donde quiera se encontrase.
Férreo defensor de la paz, la tranquilidad, el orden y el entendimiento, el Padre Leandro enfrentó los años de desunión chilena, aquí en la zona, con ese espíritu: firme y generoso, a la vez. Abogando siempre por la comprensión, el diálogo y la caridad cristiana. Sello que le distinguió en su vida humana y sacerdotal. Y que lo confirman como uno de los sacerdotes más relevante, apostólico y misionero, -el más fiel seguidor de Jesucristo-, que haya pasado por la Arquidiócesis de Puerto Montt. Y cuyo extraordinario ejemplo, sin duda, será respladeciente antorcha, que atraerá e iluminará el caminar de las nuevas generaciones de apóstoles de Cristo en los nuevos tiempos por estos confines.