Luego del trágico accidente de una avioneta, donde perecieron sus cinco pasajeros y el piloto, que había despegado del aeródromo de La Paloma con destino a Ayacara (Chaitén), poco antes de las 11 horas de ayer, y que se precipitó sobre viviendas de una población aledaña, incendiándolas, la primera reacción ciudadana -junto al dolor y angustia que aflige al alma en estos casos-, fue del más crítico y duro reproche a la existencia y funcionamiento de un terminal aéreo en pleno sector poblacional en las altas terrazas de Puerto Montt, que están en dinámico proceso de densificación demográfica.
Una inquietud que, por lo demás, ya se había manifestado vehementemente, cuando -el 10 de julio de 2008- fueron nueve las personas fallecidas en un accidente de avión de similar gravedad. Hecho que movió a la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) a decretar el cierre (transitorio) del aeródromo La Paloma, quedando solamente activo para los operativos militares, aeropoliciales y evacuaciones aeromédicas, en aquel entonces.
Los orígenes del citado terminal aéreo civil se remontan al nacimiento del Club Aéreo de Puerto Montt (1935), que en sus primeros años funcionó en la Base Aérea de La Chamiza, pero que en 1948 se trasladó a La Paloma, donde se emplazó el aeródromo durante la presidencia de Marcel Marchant Binder. Nombre con el cual se le bautizó en 1991.
Nadie desconoce -y se le destaca- la gran labor estratégica y de conectividad que cumple en la zona sur austral, el Club Aéreo de Puerto Montt. Lo que no es aceptable ni comprensible es que -con el enorme crecimiento poblacional habido en nuestra capital regional- el terminal aéreo siga en el mismo lugar original y no se haya buscado otros espacios deshabitados, donde su permanencia no implique peligros de percances aéreos para la vida y bienes de las familias y personas. Como el de ayer y de antes.
Es penoso que desde el dolor y el drama, a veces, la vida nos enseñe a corregir errores, para evitar más sufrimientos. Ojalá interpretemos -ahora- el mensaje y hallemos la justa y oportuna solución.