Sociedad culpable y delatora
Últimamente, he visto en las páginas de este El Llanquihue algunas notas muy inquietantes y que han pasado sin mayor comentario.
La primera de ellas fue el anuncio, de parte de la Gobernación, de la instalación de ¡buzones para denuncias anónimas! Cuando en la escuela nos contaban de la existencia de tales buzones como instrumentos de amedrentamiento, por parte de la Inquisición española, ingenuamente pensábamos que por suerte esos métodos habían sido relegados al desván de la historia, al ir quedando en claro su inmoralidad y la indefensión a la que todos quedamos expuestos. Imagine usted que la mano anónima echa en el buzón un papelito en que se denuncia al Director de un medio de prensa, de aceptar coimas de una empresa para no ventilar alguna ilegalidad; después seguramente podrá demostrar su inocencia, pero el mal rato no se lo quita nadie, y su credibilidad queda irremediablemente manchada; por eso de "cuando el río suena, piedras lleva". Ahora la puesta en uso de esta modalidad de denuncia me remonta a los aciagos días luego del Golpe, cuando la venganza vecinal se desplegó en denuncias para implementar desquites y envidias varias.
Hoy encuentro como titular destacado de la entrevista a la directora nacional del Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género, lo siguiente: "No podemos permitir que se siga dudando de las mujeres que denuncian". Hasta donde entiendo el debido proceso judicial, lo que se presume es la inocencia, y es precisamente la denuncia la que debe ser puesta a prueba para establecer su veracidad más allá de toda duda razonable. La agresión sexual no escapa a este principio. Recuerdo de mis años de atención de urgencia ginecológica, el aspecto físico - y sobre todo psicológico - de las víctimas de atentados sexuales; las chicas violadas llegaban maltratadas y, por sobre todo, aterradas; no cabía duda de que habían sido sometidas a una violencia brutal. Pero había también algunas prójimas que llegaban con la misma historia, pero a la cual no se les había siquiera corrido el maquillaje; era difícil no advertir la diferencia. La denuncia debe ser puesta prueba.
No me gusta el modelo de sociedad que estamos construyendo. Una convivencia basada en la denuncia anónima y la culpabilidad a priori, me parece un mal ambiente para una vida feliz, creo que podemos ser algo mucho mejor que una sociedad de delatores y presuntos culpables.
RENATO ALVARADO VIDAL.
Aguas lluvia y Tren
Me es grato dirigirme a Uds. con la finalidad de hacer presente algunas opiniones, que con mucha antelación ya se las hecho saber a diferentes autoridades, a saber:
1.-Aguas Lluvia. Le he presentado mis inquietudes a todas las autoridades competentes y he planteado la necesidad de que las nuevas construcciones de viviendas cuenten con dispositivos para captar las aguas lluvia y que consistirían estanques especiales adosadas a ellas.
El agua lluvia, purificada, sirve para todos los menesteres y sin purificar sirve para usarla en los servicios higiénicos habitacionales .
Con la implementación de estos artefactos, estaremos ayudando enormemente a la economía familiar y de este modo estaremos aprovechando todo lo que se pierde involuntariamente y bajando los costos del agua, ya que no quedaría registro para que los empresarios se embolsen platas que hoy día lo hacen aprovechando "aspectos legales".
2.-La pelea del Tren: ¿Quién dijo que era una pelea? Son arrebatos de algunas autoridades aisladamente. Contamos con un intendente regional, gobernadorers en todas la provincias de la región, alcaldes, concejales, diputados y senadores y hasta el día de hoy no han sido capaces de unirse para a lo menos conseguir el reinicio de los viajes del Tren entre Puerto Montt y Osorno. Hoy luchan, algunos, por el tren de Puerto Montt a Alerce y los mas osados luchan por el tren de Puerto Montt a Puerto Varas.
Qué falta de criterio y visión, y no son capaces de comparar los enormes gastos y costos que implican el Transantiago, el Metro y otros medios con que los "dioses" de Santiago se complacen. Dejemos de ser ratones huyendo de las bravuconadas, seamos regionalistas.
ALIRO R. CANO TRIBIÑO.
Molestias por ruidos
Somos un matrimonio de 45 años y somos muy aferrados a nuestra ciudad. Somos católicos y normalmente vamos a la misa a nuestra parroquia. Cuando no lo hacemos, vamos a la Catedral y hemos salido muy amargados, puesto que siempre que vamos realmente no se escucha lo que dice el sacerdote. El motivo es que en la costanera hay mucho ruido y además hay gente que pone una serie de parlantes con mucho volumen que, a nosotros los católicos, nos impide escuchar la palabra de Dios. Llegan muchas personas de otras nacionalidades y salen criticando. Esto es de 12 a 12.30 horas… ¿Será mucho pedirle al señor alcalde o a quien regularice esto, que tengan un poquito de consideración?
ANITA LEAL y JAIME VERA.