Ha revivido -con fuerza y fervor- la ya antigua aspiración puertomontina por rescatar el servicio ferroviario del sur -y aunque sea con trenes de corta distancia- , como el que se proyecta entre Puerto Montt-Alerce-Puerto Varas. Sobre lo cual, por estos días, se hacen gestiones decisivas a todo nivel. Gran tarea, en la que la intervención de la autoridad regional del Transporte, tiene la responsabilidad de asegurar la materialización del anhelado proyecto, convenciendo a la presidencia gubernamental de lo indispensable que es la puesta en marcha de un tren de cercanía, como aporte prioritario a las urgencias del tránsito y conectividad imperantes en la capital de la Región de Los Lagos. Lo que no se perfila tan aventurado, si se aquilata que el Presidente Sebastián Piñera es partidario y promotor de los trenes urbanos para la movilidad poblacional.

Sólo faltan algunos ajustes de diseño en el proyecto impulsado por el alcalde Gervoy Paredes, sobre la habilitación de las estaciones y la vía férrea, además de implementar el sistema de traslado de los pasajeros del tren a sus lugares de destino en el centro u otros sectores de la capital regional.

Por de pronto, en este aspecto, sobresale la iniciativa de adquirir 12 buses eléctricos de complemento al ferrocarril, que no dispone de un terminal en el área céntrica de esta ciudad. Propuesta financiable con fondos provenientes del Transantiago ($17 mil millones), según las iniciativas pro tren sureño que buscan hacer aún más viable la propuesta.

Incluso, más adelante, y una vez ya en marcha este renacido ferrocarril, no sería ilusorio pensar en la implementación turística de este mismo tren. En el sentido de proyectar -sobre todo, en la temporada de verano- su recorrido en torno al lago Llanquihue, con paradas en las comunas ribereñas.

Hay que considerar que algo semejante se ideó hace algunos años, cuando se propuso la posibilidad de funcionamiento del circuito ferroviario denominado el "Tren de los Volcanes".

Lo concreto es que para los sureños, el tren será siempre un gran aporte al progreso y bienestar.

Todos los seres humanos tenemos necesidades insatisfechas en lo material, afectivo, intelectual y espiritual. Nuestros anhelos de cariño, protección o apoyo nunca se cumplen en su totalidad; por lo tanto, experimentamos una realidad donde muchas metas y sueños no se concretan en la forma o grado que esperamos. La frustración es una vivencia emocional desagradable que surge cuando una necesidad, un deseo, un proyecto o una ilusión no se llegan a cumplir. Se manifiesta como un estado de vacío e insatisfacción al no poder conseguir lo pretendido, experimentando la persona, en mayor o menor grado, una serie de sentimientos como: rabia, pena, angustia, ansiedad, etc.El momento adecuado para empezar a enseñar a los niños a tolerar la frustración es en la etapa infantil, que es donde ellos suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que lo merecen todo y que pueden conseguir lo que quieren al momento que lo piden. No saben esperar porque tienen un pensamiento concreto, no tienen desarrollado el concepto del tiempo, ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás. Si los padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, los pequeños no aprenderán a tolerar la incomodidad que provoca la frustración y no podrán hacer frente a situaciones adversas en el futuro, corriendo el riesgo de convertirse en adultos que sólo piensan en un bienestar a corto plazo. Por esto, los padres deben evitar la sobreprotección y la excesiva permisividad. La conducta permisiva se manifiesta, con frecuencia, al ceder ante cualquier requerimiento del niño, de modo que éste siempre consigue lo que quiere y nunca se enfrenta a situaciones negativas, problemáticas o frustrantes. Hay que educar la tolerancia a la frustración, acogiendo y acompañando a nuestros hijos; una de las formas de hacerlo es aceptando la emoción que el niño está sintiendo, evitando frases como "no me digas que te dio pena", "no puedes enojarte tanto", "deja de llorar", etc. Después de que aceptamos la emoción podemos darle un nombre; ¡esto que estás sintiendo se llama enojo! Y luego podemos ayudarles a encontrar estrategias para salir de ese estado.

Magdalena Bravo Lira.

Terapeuta Familiar. Centro Nacional de la Familia (Cenfa).